Hace ya unos años, por una afortunada carambola, me topé con la trilogía When women were warriors, de Catherine M. Wilson. Confieso que el título me echó para atrás. Me imaginaba una trillada secuela de Xena, la princesa guerrera (a la que adoro, la verdad sea dicha, pero Xena solo hay una). La calificación de ficción histórica me animó a darle una oportunidad, y he de agradecer eternamente ese momento de clarividencia y lucidez, pues el libro es una maravilla para enmarcar. La autora dice que le llevó 10 años escribirlo; no me extraña, los buenos guisos se cuecen lentos.
La trilogía ha de leerse en orden, pues se trata más bien de una obra en tres volúmenes. Se desarrolla en un período histórico incierto –quizá la Edad del Hierro–, época y lugar en la que aún pervive el matriarcado, las mujeres participan en la defensa del territorio al mismo nivel que los hombres, y la cultura se transmite oralmente a través de cuentos e historias épicas. De ahí su título, que se refiere al modo en el que comienzan los relatos fantásticos que ocasionalmente cuentan sus personajes. Un particular Érase una vez en tiempos de Mariacastaña…
La heroína de la historia es Tamras, una joven de 16 años que es enviada por su madre a la Casa de Merin, señora de un próspero territorio al que sirve su familia por lazos de amistad y lealtad, para cumplir los compromisos de su alianza, ser formada en el arte de la espada y participar en la defensa de las fronteras del dominio de Merin. El objetivo último es convertirse en guerrera, recibir el escudo y suceder a su madre en el señorío de su propia casa. Pero nada sucede como la joven espera, comenzando por el hecho de que es muy menuda para manejar una espada, y que desde el primer momento es asignada como acompañante –grado inferior que aprendiz– de Maara, una extranjera que no cuenta con la simpatía del resto de guerreros y guerreras de la heredad, y cuya insociabilidad la lleva a rechazar su servicio. Así comienza esta novela épica, que es una historia del crecimiento personal de Tamras, un personaje al que acabas por adorar y que te hace desear conocer a su autora, pues no se puede construir una protagonista con tal belleza de carácter si no existe previamente en el corazón de quien le da vida.
¿Qué tiene When women were Warriors que la hace tan especial? En primer lugar una prosa sincera, sencilla y desnuda, pero con una gran habilidad y sensibilidad para evocar las emociones, la belleza, los paisajes… En segundo lugar, unos personajes auténticos con virtudes y defectos, admirables hasta en su perversidad; así como una trama redonda y llena de acontecimientos que mantiene el interés desde el principio hasta el final y no defrauda.
¿Y qué aporta al universo lésbico? Pues una de las historias de amor (con mayúsculas) más bonitas que se han escrito. Y digo una por sintetizar, pues hay muchas más en los tres tomos; pero la relación entre Tamras y Maara impresiona por su belleza, por su lealtad, por su sensualidad y sexualidad sin ornamentos. Una historia en la que hay luces y sombras, y hasta en ellas el lirismo es hermoso. A pesar de que hay amor a raudales, no esperéis una novela romántica ni páginas almibaradas. Quizá esto es lo que más credibilidad le confiere. Es una obra sobre el triunfo de la sabiduría y la inteligencia frente la fuerza y el poder, sobre la hermandad entre mujeres, la espiritualidad y la lealtad.
El único pero: está escrita en inglés y no hay traducción al castellano. Eso sí, es un inglés fácil, ya que está narrada en primera persona por Tamras y el estilo es muy consecuente con la voz del personaje.
La novela está disponible en Amazon y el primer volumen de la versión electrónica es gratis.