Queridos guionistas:
Escribo esta carta buscando alguna respuesta a la pregunta que lleva AÑOS rondándome la cabeza. ¿POR QUÉ maltratais a las lesbianas? ¿Os hemos hecho algo en especial como colectivo? ¿Es algún tipo de inquina personal hacia las croquetas del mundo? ¿Os lo inoculan en las clases de primero de guión? Porque de veras que intento darle vueltas en busca de soluciones. y nada. No se me ocurre qué ha podido suceder para que nos maltrateis tanto.
Cada vez que en una serie aparece una lesbiana, automáticamente pienso en la cantidad de malos tragos que le vais a hacer pasar. Una gimkana de sufrimiento a la que no veo que sometáis a otros personajes, y que va desde el manido “me he enamorado locamente de mi mejor amiga hetero” al extremo pero no extraño “muerte por lesbianismo”, pasando por todo un abanico de torturas que a nosotras nos hacen removernos en el sofá, y supongo que a vosotros os hace estremeceros de placer con vuestros cuernos y tridentes al pensar en todas las desdichas que padecemos gracias a vuestra maldad interna. Porque sí, porque sois perversos y malvados, y jugáis con nuestras esperanzas para después dejarnos caer al más hondo de los abismos.
Es el modo más sencillo de explicar lo sucedido en las últimas semanas con Faking It. Hacéis que todas las espectadoras suspiremos con la posible historia de amor de Amy y Karma, nos tenéis en un ¡ay!, buscando hasta el más mínimo guiño que confirme nuestras esperanzas de que las dos terminen juntas, ideais una escena con gabardinas y ropa interior que nos ha dejado fundidas para siempre, y al final… nada de nada. Menos que nada. En un implacable giro del destino vosotros, omnipotentes como dioses griegos, nos lleváis del cien al cero, robándonos la felicidad. ¿Es o no es cruel?
Aunque, siendo justas, el tema de Faking It no es ni siquiera el desenlace que más nos preocupa… al menos Carter Covington se ha preocupado en salir a la palestra a dar explicaciones, cosa que otros no han hecho, y eso nos ha dejado un poco más tranquilas.
Pero echemos un vistazo a otros ejemplos. Hablemos ahora de la insatisfacción crónica de otras mujeres lesbianas de ficción. Valga como ejemplo Santana López (Glee), que comenzó siendo la más ácida de las animadoras de Lima, Ohio, y ahora es una pobre aspirante a estrella que no deja de pensar en su exnovia, el amor de su vida, que va suspirando por las esquinas y que ha perdido toda personalidad. ¡La habéis anulado para siempre! ¿Por qué no sois capaces de darle algo de felicidad a esta chica?
Aunque todavía tenemos que dar gracias de que no usáis vuestra pluma mortal para aniquilar de raso el personaje. Está científicamente comprobado que, cuanto más feliz es una croqueta en una serie, más probabilidades tiene de morir. Matásteis a Tara, matásteis a Dana, a Silvia, a Cristina, a Maya. La única con la que aplaudimos fue con Jenny, pero aun con todo llegó con seis temporadas de retraso (yo la hubiese matado en el primer episodio ya). Esta afición por matar lesbianas no la veo sana, qué queréis que os diga.
Además es literalmente eso, matar lesbianas, porque con los personajes gays no sucede: ellos son felices, consiguen novios estupendos, y tiene vidas sexuales plenas y sanas. Y, desde luego, no se acuestan con mujeres para probar o para constatar que, efectivamente, son gays. Nosotras nos enamoramos de imposibles, nos damos cuatros besos y, cuando estamos en la parte de arriba de la montaña rusa, descubrimos que no han terminado de construirla, y nos matais. Todo muy precioso.
Breaking news, guionistas del mundo: algunas lesbianas somos felices. Sí, de verdad. Tenemos vidas plenas con nuestras parejas. Follamos. Reímos. Lo pasamos bien. Escribimos en blogs como este y nuestra presencia en el mundo no sirve solo para subir audiencias. Somos algo más. Tal vez eso no venda, pero no deja de ser verdad.
Por eso os pido desde aquí que nos deis una tregua. Que podamos disfrutar de una serie sin temer que, en cualquier momento, las cosas vayan mal. Sin enfermedades como en Orphan Black. Sin novios pesadérrimos como en Orange is the new black. Sin “lesbian bed death” como en The Fosters. Algo sencillo, bonito y que nos deje contentas. ¿Es tanto pedir?