Hace mucho tiempo que Catalina se fue a Estados Unidos desde Cuba, su querida Cuba, situación que provoca entre sus convecinos diferentes sentimientos. Están los que la envidian, los que se aprovechan de ella, y también los que la tachan de traidora. Pero capeando opiniones que, realmente, no le importan, vuelve a la isla con un cometido: llevarse a Maiviz, a su amor, con ella a Nueva York. Para ello ha preparado un plan con mil lagunas, que parece olvidarse de que la familia de Catalina lo va a poner todo un poco más difícil, y que incluye un futuro marido que no habla español y, sobre todo, muchas esperanzas y sueños.
El retorno de la expatriada es la séptima obra de su autora, en la que retoma los personajes que ya nos presentó en Posesas de La Habana. Es un libro como poco sorprendente, ya no por la temática, que para muchas puede resultar ajena pero no desconocida, sino por cómo está narrada, tan pronto en primera persona como en tercera o, incluso, convirtiendo al lector en locutor directo de la acción. Con un vocabulario riquísimo, plagado de cubanismos, se aleja de las narraciones más académicas y estiradas y nos sumerge de lleno en la casa de Catalina, en la que cada una intenta imponer su voz y su opinión a las demás, pareciendo olvidarse de que todas las mujeres de ese hogar son fuertes, decididas… y tozudas, creando más discusiones que acuerdos.
En definitiva: un libro fresco y novedoso que tiene muchas virtudes, y que gustará a un público muy amplio, desde la lectora de novela lésbica a los que busquen un acercamiento, quizá, a la realidad de la isla, a los que gusten de novelas corales y a aquellos que, simplemente, busquen un libro estimulante que huya de la monotonía y los lleve consigo. El retorno de la expatriada es, sin duda, uno de las novedades de la temporada a tener en cuenta.
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