La primera vez que usé un vibrador me parece ya un recuerdo lejano, pero, al hablar con algunas de las personas que leéis esta sección, soy consciente de que las experiencias pueden ser muy distintas. Cada una varía según nuestras preferencias, la anatomía de nuestros cuerpos y, por supuesto, nuestros gustos personales.
Hoy en día es fácil encontrar vibradores dobles, llenos de funcionalidades, o con grosores extremos para una penetración profunda y envolvente. Pero, ¿qué pasa si solo queremos algo sencillo, un vibrador para explorar la penetración sin complicaciones? Pues la respuesta tiene nombre japonés y significa “luna creciente”, aquí está Mikazuki.
Mikazuki me llamó mucho la atención cuando lo tuve delante por su forma, y me conquistó nada más tocarlo por su suavidad. Estas dos características hacen de este juguete una opción ideal como primer vibrador para la zona G o como una alternativa más cómoda frente a otros más gruesos que podrían resultar molestos para algunas personas. Mikazuki es especialmente adecuado para quienes quieren probar la penetración por primera vez, tienen vaginismo, están en la menopausia o padecen sequedad por la píldora u otros tratamientos farmacológicos… o quieren una penetración suave.
Su forma es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. La punta es muy delgada y superblandita, y el juguete se ensancha gradualmente a medida que avanza. Este diseño progresivo permite una penetración in crescendo: lenta, pausada y gentil.
Mikazuki está diseñado para estimular lo que antiguamente se llamaba “punto G”, y que ahora preferimos denominar “zona G”, porque más que un punto específico, comprende una región amplia de la anatomía de la vagina. Su diseño ergonómico, con la posibilidad de curvarlo ligeramente, se adapta perfectamente al cuerpo y permite una penetración cómoda. Gracias a este diseño novedoso se llevó un premio Reddot en 2015.
La suavidad del juguete y su punta flexible no son casualidad. Iroha ya me había sorprendido con la textura de su silicona en otros productos como el masajeador Kushi, y Mikazuki no es la excepción. Su acabado es agradable al tacto y reduce la fricción, amortiguando el contacto con la piel. Además, cuenta con un recubrimiento antipolvo que lo hace más higiénico y evita que se adhieran pelusas o motas de polvo.
Una de las características más destacadas de Mikazuki es su interfaz de dos botones plateados, uno más grande y otro más pequeño. Es un buen ejemplo de cómo la simplicidad puede mejorar la experiencia: con el botón grande avanzamos al siguiente modo, mientras que con el pequeño retrocedemos. También sirven para encender y apagar pulsando respectivamente y durante varios segundos el botón grande o el pequeño. La diferencia de tamaño entre los botones nos permite identificarlos al tacto fácilmente, sin necesidad de asomarnos para mirarlos.
Si buscas un abanico infinito de modos y velocidades, tal vez Mikazuki no sea para ti. Dispone de tres velocidades y un patrón de vibración discontinua, lo cual puede parecer limitado si te gusta personalizar mucho la intensidad de la vibración. Pero hay que tener en cuenta que, siendo un juguete de uso interno para la zona G y no para el clítoris, esa variedad no me ha resultado tan necesaria.
Si bien estoy acostumbrada a juguetes con aplicaciones, patrones inagotables y múltiples niveles de intensidad, no he echado de menos esas opciones adicionales con Mikazuki. Ni más potencia, ni más configuraciones. La propuesta de Iroha con este modelo es sencilla pero efectiva: un vibrador para la zona G que nos permita disfrutar de la penetración sin tamaños exagerados ni distracciones. Nos invita a dejar que las terminaciones nerviosas del interior de nuestra vagina sean las protagonistas, ofreciéndonos placer poco a poco, con la forma del juguete, la suavidad de su punta y las vibraciones disponibles. Y todo ello de forma discreta, ya que no es demasiado ruidoso.
Para mí, Mikazuki ha sido como volver a los orígenes: a la calma, a explorarme como si fuera la primera vez, a descubrir nuevos puntos de placer y disfrutar de orgasmos más suaves y trabajados. Iroha, como marca japonesa de alta calidad, nos invita justo a eso: a hacer del placer una parte de nuestro autocuidado con productos sencillos y con un diseño que transmite calma.
Este vibrador es ideal para la masturbación en solitario, pero también se puede usar en pareja como dildo (con el motor apagado) o para estimular la zona G. Si, como yo, necesitas estimulación externa para alcanzar el orgasmo, la punta de este juguete puede ser perfecta para eso. Y si prefieres mantenerlo dentro, siempre puedes complementarlo con un masajeador externo (como Kushi o Midori, del que te hablaré próximamente).
Mikazuki es resistente al agua y recargable. Con unas dos horas de carga, puedes disfrutar de hasta una hora y media de uso. Y lo mejor: viene con una base de carga. Su delicada caja negra, con un acabado brillante, es perfecta tanto para almacenar el juguete como para transportarlo. Para cargarlo, hay que colocar el juguete en la base por la parte de los botones, conectar el cable a la caja y se encenderá una luz indicadora que se apagará cuando esté completamente cargado.
El packaging de Mikazuki, como el resto de productos de Iroha, está diseñado para ofrecer una experiencia envolvente. El juguete y la base de carga vienen en una caja, mientras que el cargador y el manual están en otra, unidas por una funda.
En cuanto al precio, Mikazuki pertenece a una marca de gama alta, con materiales y tecnología japonesa que garantizan calidad, y un motor potente y efectivo. Si buscas un vibrador para una penetración progresiva que funcione de manera impecable, seguro que valorarás la inversión.
En resumen, Mikazuki es una de las mejores opciones que he encontrado como primer juguete, y también para quienes necesitan una penetración más suave y gentil. Para mí ha sido un bálsamo, y se ha ganado un lugar privilegiado entre mis vibradores de confianza. Es una opción funcional, sencilla, estética y, sobre todo, placentera.
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