Siempre digo que las primeras veces tienen algo de especial. La curiosidad, la emoción y la sorpresa se entremezclan y yo, por lo menos, me siento más receptiva a lo que sea que tenga delante. En este caso, el interés de lo inédito se lo dediqué al vibrador del que quiero hablarte hoy y que, por cierto, elegisteis vosotres por votación en Instagram.
El paquete en el que se encontraba Kushi fue uno de los más esperados, sobre todo después de pasarme por el stand de Iroha en EroSpain y poder conocer mejor lo que ofrece. Se trata de una marca japonesa de productos relacionados con el placer que crea artículos accesibles muy pensados en quienes los van a utilizar.
Lo primero que llama la atención de Kushi es su forma. A mí me recordó a algún tipo de concha de inmediato, también por su color, y me invadió una sensación de calma muy parecida a la que me provoca el mar. Ciertamente, tiene un aspecto que no había tenido el placer de encontrar en otros juguetes: los masajeadores suelen tener formas ovaladas y redondeadas, pero Kushi tiene la combinación perfecta de suaves líneas curvas y un funcional acabado en punta. Y su textura: unos pequeños surcos recorren la parte superior del juguete como un caparazón que, además de hacerlo bonito a la vista, supone un recurso estupendo para deleitar a nuestro sentido del tacto.
Eso nos deja un juguete muy versátil para estimularnos, y muchas maneras de hacerlo. Para comenzar, podemos usar Kushi incluso apagado, dejando que la textura de los surcos estimule nuestra piel. Luego, podemos encenderlo y explorar la vibración. Finalmente, podemos jugar con los ángulos y las diferentes caras del masajeador como si tuviéramos varios juguetes distintos.
Además, tiene un acabado seda suavísimo. Según he estado leyendo, Iroha encontró un método para conseguir una silicona que evitara el polvo y, en efecto, no se le acerca ni una mota. A ello hay que sumarle una de las características que más me ha hechizado: la densidad. En los surcos superiores se aprecia menos por la propia textura (aunque si los pellizcas lo notarás), pero en los laterales el material se hunde ligeramente porque es muy blandito. Le aporta un aspecto natural y resulta más agradable para el cuerpo.
Que por cierto, si lo tuyo son las sensaciones, Iroha acaba de sacar algo que te puede gustar. Se llama Iroha Petit Coral y es un masajeador sin motor biodegradable de un solo uso. Te invita a escapar de la vibración y de la estimulación mecánica de los motores para que disfrutes de una textura suave, fresca y resbaladiza que resulta muy excitante en contacto con la vulva. Se puede enfriar en la nevera o calentar en agua caliente para jugar con la temperatura y aporta una sensación completamente nueva. Pero de esto ya te hablaré en otra review…
Kushi forma parte de una nueva generación de juguetes de Iroha, Iroha +. Los + son vibradores con formas distintas, más funciones y más potencia. Esto último lo podemos notar tan solo encendiendo el juguete: el motor es realmente potente.
La interfaz tiene dos botones que están ubicados en la base del juguete, que es prácticamente plana. Tienen forma triangular y permiten disfrutar de 5 velocidades y 3 patrones. Pulsando + y – varios segundos se enciende y se apaga respectivamente el vibrador, y con un solo clic en + podemos ir a la siguiente velocidad o patrón y con – volver a la anterior. Si bien el rango de opciones de personalización en cuanto a modos de vibración no es extenso, las intensidades son adecuadas para cubrir sensibilidades de todo tipo, aunque si buscas una vibración superbajita, la primera puede ser más de lo que quieres.
Sí que he echado en falta, en esta interfaz, algún método táctil para saber qué botón es el de + y qué botón es el de – sin necesidad de mirar la base (y, con ello, apartar el juguete de la zona que estamos estimulando). Imagino que, con un uso habitual y sistemático, acabamos memorizando qué botón queda a la derecha y a la izquierda.
Kushi es discreto en cuanto a forma, y también lo es bastante en cuanto al ruido, aunque cuanto más aumenta la potencia, menos silencioso se vuelve. Eso es siempre un acierto, porque no nos distrae de lo verdaderamente importante: lo que sucede bajo el juguete.
En cuanto al uso que le podemos dar, puede ser cualquiera que se nos ocurra darle a un masajeador. Por supuesto, es útil para la masturbación en solitario, pero recomiendo que le demos un papel más importante que solo generar orgasmos. Kushi es fabuloso en contacto con la piel de cualquier parte del cuerpo, así que conviene explotar esta característica a solas o en pareja. Los surcos son ideales para la estimulación más intensa (incluso esa superficie puede recordar a la de una magic wand), pero la punta es perfecta para delinear caminos y guiar nuevas rutas de placer.
No solo podrás disfrutar de Kushi en seco, sino que también puedes llevártelo a la ducha porque es resistente al agua. Además, funciona con batería recargable: requiere unas dos horas de carga para una hora de uso en su máxima potencia.
Pero este juguete tiene sorpresa: incluye una caja de carga. Es una caja de plástico con una base negra y una tapa transparente donde podemos guardar el juguete mientras no lo utilicemos, ya sea sobre la mesilla o en algún lugar un poco más privado. En cualquier caso, se queda fijo a la base mediante un imán que permite la carga. A esta base se conecta un cable que va a la corriente y, gracias a un led que hay abajo, podemos saber si ya está del todo cargado cuando se queda fijo.
Por el momento, Kushi solo está disponible en rosa y este color amarillo pálido que me ha parecido todo un acierto. Se diferencia del resto de los juguetes del mercado y casa de maravilla con su forma que yo ya he bautizado como marina.
Es en el packaging del juguete donde podemos ver que Iroha es una marca que presta atención a los detalles, desde el más obvio hasta el más pequeño. El paquete viene recubierto en plástico y, tras quitar el estuche con patrones japoneses preciosos, aparecen dos cajitas. En una de ellas está el juguete en su estuche de carga y en la otra se incluyen el cargador y el manual de uso.
En cuanto al precio, Kushi supera los 100 euros, aunque es posible encontrar ofertas en la propia web de la marca a un precio más bajo. Hay que tener en cuenta que se trata de un juguete de diseño, que vela por el placer en todos los sentidos: desde su funcionalidad hasta su aspecto y cada uno de los detalles que lo envuelven.
En definitiva: si buscas un juguete precioso, cómodo, versátil y potente que vaya más allá del clásico masajeador, Kushi es tu match. Los surcos de la superficie te harán perderte en oleadas de placer que podrás controlar con un par de botones, una pizca de creatividad y tus propias manos.
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