Ay, qué tiempos aquellos en los que teníamos la esperanza de que Dianna Agron hiciera un papel croqueta, en que se enrollara con otra chica en pantalla, algo más allá de compartir edredón con otra chica. Era una época en la que éramos felices imaginando, con la cabeza en las nubes, rogando porque eso pasara. Y pasó. Y ahora pensamos que igual era mejor que no hubiera sucedido, que algo hemos hecho mal para que lo que prometía tanto se quedara en nada.
Hace unos días tuve la oportunidad de ver Bare, película protagonizada por la ya mencionada Dianna Agron, con Paz de la Huerta como partenaire, en una historia dura sobre escapar de la gris realidad que te rodea. Agron interpreta a Sarah, una joven que vive en un pueblo remoto de Estados Unidos, aburrida de no tener ninguna posibilidad en la vida más allá de casarse con algún chico de su clase y hacer todo lo posible por sobrevivir mientras su existencia la engulle. Ella siente que hay algo más allá, que tiene que haberlo, porque la vida no puede ser emborracharse en el desierto los viernes noche y dejar que un chico te meta mano.
Es entonces cuando se cruza en su vida Pepper, una traficante de drogas. Inexplicablemente, entre las dos surge una chispa, algo especial que atrae a Sarah, y esta comienza a trabajar en un club de strip-tease, a ir de fiesta por Reno, y a fumar peyote en el desierto. Las dos se convierten en amantes, las amantes menos creíbles de la historia del cine, y para Sarah todo es nuevo, fascinante, deseable, y tan diferente de lo que había vivido que merece la pena seguir en esa dinámica, hasta que descubre que Pepper es, en realidad, una reclutadora de strippers y su sueño se desvanece.
Debo decir que Dianna hace un papel nada fácil, y su interpretación es más que creíble. Llena las escenas, y no lo digo porque sea fan, de verdad creo que es así, que ella es el sostén de la película. El problema viene con todo lo demás, empezando por una Paz de la Huerta plana como un campo castellano, y en permanente estado de perplejidad.
Resulta increiblemente difícil el meterse en cualquier escena. Hemos visto demasiadas veces la historia de ‘niña desencantada que camina hacia el lado oscuro’ como para creernos que Sarah, que de tonta e ingenua no tiene un pelo, pueda caer tan fácilmente bajo los nulos encantos de Pepper. Quizá es problema de casting: a lo mejor con otra actriz la película hubiese funcionado mejor.
Cuando el sostén de un guión es la relación entre dos personajes, y únicamente eso, la química es fundamental. En esta cinta no existe. Lo único que salvaría de la cinta tiene siempre que ver con Dianna Agron: su interpretación, tirando ella sola de la acción, sus saltos acrobáticos, o su inmensa belleza en medio de tanta melancolía. Espero que le sirva de trampolín hacia producciones mejores.