Los British LGBT Awards, presentados este año por la Spice Girl, Mel B y el Blue, Duncan James, repartieron el pastel el pasado viernes, 13 entre artistas como Sam Smith, las youtubers Rose y Rosie, o Sara Waters en reconocimiento a toda su trayectoria.
La escritora, de quien se puede decir que ya es alguien acostumbrada a los premios y los homenajes, sigue siendo una de las caras más reconocibles de la literatura lésbica desde que en 2002 arrasó con su archiconocido Falsa Identidad, que le valió una nominación al Man Booker Prize, al Orange Prize y una serie en la BBC.
Falsa identidad es un thriller, una historia romántica, una novela histórica y el libro que si no tienes en la estantería, es motivo de expulsión del club croqueta, pero antes vinieron El lustre de la perla y Afinidad, con los que la Waters ya venía pisando fuerte. Su éxito no fue motivo de casualidad, sino que se veía venir a leguas. Tanto El lustre de la perla, una historia de amor lésbico en un music hall victoriano, como Afinidad, ambientada en una prisión de mujeres donde explora el mundo del espiritismo en el siglo XIX, le permitieron recolectar también un buen puñado de premios y el reconocimiento del Sunday Times como una joven promesa.
Las tres novelas comparten no sólo trama lésbica, sino que también ambientación. Las tres transcurren durante el Londres de la época Victoriana, durante el siglo XIX, época por la que comenzó a interesarse mientras preparaba su doctorado en ficción histórica gay y lésbica.
Su siguiente libro, Ronda nocturna, es, quizás, el más flojo. Abandona el siglo XIX por el XX, pero todavía sigue en Londres, y la trama lésbica sigue presente. Es con El ocupante que cambia totalmente de rumbo, deja atrás la novela histórica y nos da una historia de fantasmas que nada tiene que ver con a lo que nos tiene acostumbradas, pero que da igual, porque lo hace fantabulosamente. Su última novela, The paying guest, publicada en 2014, y que todavía andamos esperando por estos lares, sigue el mismo camino que las anteriores y tiene a todo el mundo encantado.
Entonces, ¿merecido o no el British LGBT Award? Muy merecido.