Hace unos días nos despertábamos con varios mensajes homófobos y de tono amenazante en la web. Cuando alguien hace este tipo de comentarios, ya sea en Internet o en la vida no virtual, ha de saber que no son actos impunes, que estos pueden llegar a constituir un delito grave de odio y que conllevarían la aplicación de las penas que llevan aparejadas.
Con la última reforma del Código Penal, junto con una serie de novedades innecesarias sin más sentido que el de tocarnos la moral, nos encontramos con nuevos tipos penales encaminados a ampliar el catálogo existente de delitos de odio. Estos delitos de odio son todos aquellos que se cometen movidos por el odio o rechazo que el autor siente no hacia la víctima en sí, sino por su pertenencia a una minoría o colectivo oprimido, como sería en este caso el LGBT. Este grupo, al ser considerado especialmente vulnerable, requiere una mayor protección, de ahí que cualquier ataque contra él conlleve penas mucho más graves.
Por ello, la comisión de cualquier de los delitos genéricos recogidos, bien en el Código bien en cualquier otra ley de naturaleza penal, motivado por el menosprecio a este colectivo, lleva la aplicación de una agravante por discriminación que aumenta le pena prevista para el ilícito, cualquiera que sea. Esto sucedería, por ejemplo, en el caso de que alguien fuese agredido físicamente por el hecho de ser gay, lesbiana, trans o bisexual. Además de estos, existen los denominados delitos específicos de odio. Junto con el de difusión de imágenes o información sin consentimiento que revele la orientación sexual de una persona, o el de discriminación laboral o la prohibición de acceso a cualquier tipo de prestación profesional o empresarial, tras la reforma de 2015 y como novedad importante, ha pasado a ser castigada también cualquier conducta encaminada a lesionar la dignidad o a promover cualquier tipo de discriminación, odio o violencia contra los miembros del colectivo.
En el supuesto de que os hubieseis visto agredidos, insultados o amenazados, es importante, siempre que sea posible, presentar una denuncia por dos motivos, la primera y más importante, poder procesar a los culpables, y la segunda para que poder llevar un registro del número de agresiones producidas. Las denuncias pueden presentarse en el propio Juzgado, en la Fiscalía, muchas de las cuales ya cuentan con un Fiscal especializado en delitos de odio, o en la Policía, Nacional o Local, o Guardia Civil. Si el ataque se ha cometido a través de internet, siempre es importante llevar captura del mensaje para poder adjuntarlo a la demanda. De resultar necesario, también se puede llamar al 112, que se encargará de enviar a la Policía al lugar de los hechos para que tome declaración y extienda el atestado que servirá, posteriormente, de denuncia, y, en su caso, a los servicios sanitarios. Si necesitáis cualquier tipo de asesoramiento, consulta o consejo, asociaciones como Arcópolis, o el Observatorio contra la homofobia siempre estarán dispuestos a ayudaros.