Mediaset ha puesto en marcha un programa literario en Be Mad, ess canal que le sirve de cajón de sastre de cosas como el fútbol femenino y los realities de subastas. Bajo el título de Convenzeme, Mercedes Milá invita a famosos y no tan famosos a que le recomienden un libro y le pongan verde como una hoja de laurel otro, por eso de equilibrar la balanza. En una de las ediciones de noviembre, una de las invitadas eligió como diana de sus iras Beatriz y los cuerpos celestes, de Lucía Etxebarría.
De él dijo que “No se lo recomendaría leer a nadie. Es un libro presuntuoso y aburrido, que seguramente intenta abordar todas las etapas vitales de una mujer, en la adolescencia… pero que se queda en la vida de una niñata pija que no sabe lo que quiere. Odia a su madre como la gran mayoría de los adolescentes, se va a buscarse a sí misma a otra ciudad, se encuentra con una amiga que le presenta las drogas…” El video se puede ver en la web del programa.
Días después, la propia Lucía acudió al espacio, y por supuesto Mercedes le preguntó sobre la opinión de la anterior invitada sobre su libro. La escritora fue muy honesta al decir que sí, que la novela tiene fallos, porque la escribió cuando era muy joven, pero que hay un aspecto capital en ella, y es que se publicó en 1998, y nunca un libro de tanto alcance había tenido una protagonista bisexual.
Estas navidades he aprovechado para releer el libro, algo que no hacía desde hace por lo menos una década, y no era cómo lo recordaba. Cuando lo leí, siendo una adolescente, todo lo que contaba me atrapó irremediablemente. La protagonista estaba enamorada de su mejor amiga, la protagonista tenía una relación con otra chica en un país extranjero, la protagonista molaba una barbaridad. Y yo, que debía tener trece años, alucinaba en colores porque nunca había leído algo tan fresco, y posiblemente porque jamás había leído nada que implicara que una mujer pudiera estar interesada en otra de un modo romántico o sexual.
Ahora, que algún libro más he leído en esta vida, es verdad que la historia ha perdido, que Beatriz es de esa clase de personas que parece que es mejor mantener lejos que admirar con la boca abierta, y que bueno, Lucía Extebarría ha escrito cosas mejores y con más ritmo.
Pero tiene mucha razón la autora cuando habla de la importancia que tuvo el libro en su momento. En 1998, y en años posteriores también, si un libro tenía una protagonista lesbiana o bisexual o estaba editado en La sonrisa vertical o Egales, o las referencias a su orientación sexual eran tan veladas que no se podía hablar de él como un libro LGBT. Los libros LGBT no estaban en las estanterías de las librerías generalistas porque no se vendían. Pero Beatriz y los cuerpos celestes no sólo no era una novela erótica, sino que encima ganó el premio Nadal, que junto al Primavera y el Planeta (que, por cierto, también ha ganado Etxebarría), conforman el trío de premios más prestigiosos de España.
El Nadal no sólo da prestigio, el Nadal hace que tu libro esté en todos los escaparates de las librerías. De repente, una novela con una protagonista bisexual, que habla abiertamente de cómo se siente sobre ello, que tiene relaciones con hombres y mujeres, que te mete del ambiente LGBT, y que no lo hace desde una óptica de pudor y vergüenza, sino de libertad y despreocupación, copaba los primeros puestos de ventas.
Veinte años después, es cierto que esta historia parece estar más que superada, y que la literatura LGBT ha crecido como género en sí mismo, pero nunca está de más echar la vista atrás y mirar con perspectiva todo lo que hemos ido dejando en el camino. Beatriz y los cuerpos celestes es importante en la historia de la literatura LGBT en español, marcó un hito, y gustos aparte, es injusto negarle el papel que tuvo. Fue la primera experiencia que muchas mujeres (y hombres) tuvieron con una historia así, y eso cambia vidas.