El éxodo rural es un término de sobra conocido: la emigración del campo a la ciudad. Pueden ser, lógicamente, muchas las razones por las que una persona decide abandonar su entorno natal para trasladarse a una metrópoli más grande. Por estudios, por razones económicas, para poder mejorar sus oportunidades… o porque se ha sentido rechazado por su orientación sexual o identidad de género en el ambiente rural, o, incluso, porque no puede salir del armario en ese difícil contexto. A eso, a la emigración, al exilio, por cuestiones de orientación sexual o identidad de género, se le conoce como “sexilio”.
Según el blog Palabrería LGBT, sexilio es un término “acuñado por el sociólogo puertorriqueño Manolo Guzmán. El sexilio es el fenómeno por el que personas con identidades sexuales distintas a la heterosexual se ven obligados a emigrar de su barrio, su comunidad o su país por persecuciones hacia su orientación sexual”.
Acabar con la LGTBfobia en el ámbito rural, una de las principales razones por las que hablamos de sexilio, es una “gran asignatura pendiente”, conforme reconoce el informe del Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia del primer semestre de 2016.
Hay iniciativas como el Festival Agrogay de Ulloa de Lugo, en Galicia, que tienen como objetivo visibilizar la diversidad sexual en el entorno rural, promovido por orgullosos y orgullosas agrogays y agrolesbianas que han salido del armario en sus pueblos natales, pero la realidad es que todavía hay muchas personas LGTB que optan por emigrar a grandes ciudades en las que esperan encontrar un mayor anonimato y más aceptación.
Esto precisamente es lo que les ocurrió a Layla y a Francisco, como explican en este reportaje de Marta Villena para el genial laboratorio que ha creado la revista Pikara para ahondar en este tipo de desplazamientos. Carla Antonelli, la primera persona transexual con un cargo de representación parlamentaria de España y actual diputada por el PSOE en la Asamblea de Madrid, sirve de hilo conductor en el reportaje.
Antonelli se “sexilió” de su pueblo, Güímar (Tenerife), en 1977 porque, y así lo recoge Wikipedia, en “aquellos momentos se hacía impensable que una persona transexual pudiera desarrollar su identidad de género en un entorno rural” . Volvió a su pueblo por primera vez en 2009, y lo hizo para recoger uno de los Premios Cardón que otorga el municipio tinerfeño.
El sexilio no es, de todas formas, un fenómeno relegado a la emigración del ámbito rural a las metrópolis. El exilio sexual también puede darse de un país a otra nación, como es el caso de Manuel Velandia, artista multidisciplinar que se exilió de Colombia y recaló en España por ser homosexual y cuya historia recoge un documental de la serie “Relatos de exilio”, de la cadena colombiana Canal Capital.
Y para terminar, ya que estamos hablando del mundo rural, voy a acabar con unas palabritas de uno de sus mayores defensores: “Habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad” (José Antonio Labordeta). Pues eso, que ojalá llegue ese día.