Corría el año 63 y el mundo todavía no estaba acostumbrado a hablar en voz alta de ciertos temas. El sexo, las relaciones o los anticonceptivos, eran asuntos que no se tocaban, y mucho menos por las mujeres. Hasta que Mary McCarthy convirtió El grupo en su altavoz.
A través de ocho mujeres, recién licenciadas, de la promoción del 33 de la prestigiosa universidad femenina Vassar, McCarthy expone temas familiares y que todas las mujeres, sin excepción, conocen bien de cerca, pero de los que nunca se habían atrevido a hablar. Cada una de las protagonistas servirá para explorar un problema concreto, desde el sexismo en el trabajo, problemas financieros, amorosos o sexuales, pasando también, aunque más brevemente, por la homosexualidad. Como curiosidad, Lakey y su amante están inspirados en la poeta Elizabeth Bishop y la arquitecta Lota de Macedo Soares.
Prohibido en Australia por atentar contra la moral pública, El grupo escandalizó a toda la sociedad, acostumbrada a evitar y pasar de puntillas sobre ciertos temas, a la vez que se vendía como los churros. Durante dos años no hubo un sólo día que dejase la lista de los libros más vendidos del New York Times. Ni la propia McCarthy, que ya gozaba de cierto renombre en el ámbito de las letras, auguraba tal furor. Pero este éxito, también trajo consigo que los intelectuales, que siempre la habían considerado una más, le dieran la espalda por considerarla una novela superficial y no estar a la altura de sus anteriores trabajos. Calificada como “chick-lit” o “literatura femenina”, llevó consigo la injusta e inmerecida degradación de su valor al que el calificativo va unido. Mary McCarthy es una excelente narradora, como demostró con Memories of a Catholic girlhood y vuelve a demostrar con El grupo. Es una novela con ritmo, divertida pero sin perder seriedad, sincera y que consigue crear una historia y unos personajes a los que no les ha afectado el paso del tiempo como si les ha sucedido a otros best-sellers de la época, como es el caso de Lo mejor de la vida de Jaffe, que se ha quedado anticuado.
El grupo sirve como retrato de una época pasada, a la vez que es fácilmente extrapolable a día de hoy. Candance Bushnell, escritora de las famosas columnas de Sexo en Nueva York y que tienen como punto de partida la novela, ha dicho que El grupo “nos recuerda que las cosas no han cambiado demasiado”.