Carol, nombre real, es una mujer de Estados Unidos que todos los días hace un viaje de 45 minutos para ver a su media naranja. Dicha pareja es, ni más ni menos, que un edificio: la estación de tren de San Diego, de la cual ha estado enamoradísima desde que tenía nueve años, y con la que mantiene ‘sexo mental’, y en ocasiones no tan mental.
La mayoría de gente conoce este edificio como la estación de Santa Fe, pero yo la conozco como mi amiga, mi compañera de vida, mi esposa, Daidra Santa Fe
Esta mujer y la estación se casaron en 2015, en una ceremonia que no tiene ninguna validez legal. Suponemos que porque la estación fue incapaz de responder ‘sí, quiero’, y no porque casarse con edificios y no con personas sea algo francamente descabellado. Carol insiste en que su atracción hacia un edificio es ‘lo mismo que ser gay’, ya que se siente igual de incomprendida, y compara la intimidad que siente cuando se apoya en sus paredes con la de cualquier pareja del mundo.
A ver. Te lo tienes que tomar a risa, porque te lo tienes que tomar a risa. Pero, ¿cuantas maneras más de invalidar una relación entre dos personas del mismo género vamos a tener que presenciar? Han comparado el matrimonio igualitario con casarse con delfines, perros, patos, cabras, y qué sé yo, pero ya lo del edificio es… No tengo palabras, de verdad. Algun día pondremos los ojos en blanco y se nos darán la vuelta.