Allá por 2008 yo era una joven estudiante que hacía lo que todos los estudiantes hacen: darle una patada al tiempo de estudio para acumularlo todo en la semana previa a los exámenes. Que se ocupe la yo del futuro. Esos años, los dorados años de universidad, vi más series de las que puedo recordar, y llevaba un escrupuloso control de los episodios semanales. No me dejaba ni uno. Ah, qué tiempos.
Ahora, por supuesto, la vida adulta me consume y lejos de ver todo lo que cae en mis manos (mi monitor), escasamente consigo llevar al día las cuatro series que me interesan. Pero, afortunadamente, las personas a cargo de Netflix y demás plataformas se han adecuado al trepidante estilo de vida actual, ese que nos deja quince minutos entre trabajar para poder comer e intentar hacer algo con el ascenso implacable de la ultraderecha, y pone a nuestra disposición las temporadas enteras de las series. Todo un acierto, porque si alguna consigue atraparte como You, te olvidarás de tus básicos vitales hasta que termines sus diez episodios.
La trama es, digamos, convencional: chico trabaja en librería y se enamora a primera vista de chica rubia mona que va a comprar un libro. Fácil y sencillo. Hemos visto aproximadamente ochenta y siete películas que comenzaban así. Pero lo guay es cómo sigue. ¿Y si en vez de ser una persona normal es un stalker convencido de que él puede hacer tu vida sustancialmente mejor?
Joe no va a dejar escapar a Beck, la dulce y inteligente aspirante a escritora de éxito, ni por todo el oro del mundo, y comienza a seguirla allá donde va, y a quebrantar varias leyes federales. Pero lo hace por su bien. Porque él la inspirará para escribir. Porque el tío con el que queda es un imbécil. Porque su director de tesis es un viejo verde. Porque sus amigas son unas estiradas.
Resulta sorprendente cómo la serie no pierde nada de fuerza a lo largo de sus episodios, y hasta el mismísimo final. Es una mamarrachada, pero una mamarrachada tan sumamente bien armada que te tendrá delante del monitor durante sus 450 minutos. Por cierto, ninguna serie ha sido tan sumamente realista a la hora de retratar ciertos momentos de intimidad. No os la podéis perder.