Cuando seas mayor lo entenderás, repetía sin descanso mamá.
Publicada originalmente en catalán, Permafrost de Eva Baltasar se ha convertido en un auténtico fenómeno literario. No abundan las novelas intimistas que se dedican a coronar los TOP de ventas y a llenar las Redes Sociales de fotografías de postureo.
Sorprende, sí. Porque escapa de lo comercial. Casi podríamos decir que encajaría en la etiqueta (que muchos usan de manera equívoca y rancia) de «literatura aburrida». Libros escritos de manera personal, dirigidos a un público pequeño, exquisito, exigente. Dolorido. Y doloridas.
Eva Baltasar es, en realidad, una poeta reconocida con diez poemarios publicados. Vive recluida con sus hijas y su mujer y no tiene Redes Sociales. Ella misma reconoce que Permafrost tiene un importante componente autobiográfico. Aquí se nos encienden las antenas: estamos leyendo literatura viva.
El sexo me aleja de la muerte.
El título, publicado en la gigantesco sello Penguin Random House, hace referencia a «esa capa de tierra permantentemente congelada». Es una metáfora hiperrealista de cómo se siente la protagonista de esta novela.
Para su lectura, me decidí gracias al hilo de mi querida Pilar Bellver y a la reseña de mi compañera Ana Castro en A Librería. La primera, entusiasmada e impregnada de la magia de Baltasar. La segunda, más desencantada de la pseudosuicida intensa. Yo temía quedarme en un punto medio, pero al final me siento más cómoda anclada en la posición del entusiasmo. No solo he disfrutado de manera muy #intesa de la lectura de Permafrost, sino que además, es una historia que he hecho mía.
Primeramente porque ese vacío existencial que se plasma en cada párrafo lo vivo cada día. En mí, en mi literatura y en mis propios vacíos. Será pretencioso por mi parte decir que he encontrado mi voz en la de Baltasar. Sentía en anhelo de sentarme con ella y hablar durante horas de ese pensamiento de saltar al vacío y que todo se terminase. Pero, al mismo tiempo, se adhiere a un amor especial por ciertos placeres de la vida. Esto es, amar a otras mujeres y el sexo. Y aquí, queridas mías, empieza a brillar este argumento: lesbianas, que sufren profundamente, pero no lo hacen por el hecho de ser lesbianas.
La acidez del estilo poético es brillante por momentos. La fealdad de lo urbano y el olor putrefacto de lo común pretende impregnarse de la belleza. Cuesta encontrar la belleza, pero entre las escasas ciento y pico páginas de este libro, las hallé principalmente en las escenas relatadas dentro del hospital. Allí, cómo en el sexo, dónde el mundo se detiene y solo importa lo que transcurre en ese lugar. Este cuadro y esta simbiosis es atrozmente maravillosa.
Si de lo que se trata es de sobrevivir, puede que la resistencia sea la única manera de vivir con intensidad. Es ahora, en ese límite, cuando me siento viva, viva como nunca.
En fin, que me parece un fenómeno maravilloso: mujeres que sufren, que se aman, que quieren perderse y encontrarse, que bucean en sí mismas. Madres, hermanas, amantes, esposas que nos atenazan con fuerza y nos impiden respirar. Pocas historias se me ocurren mejor que esta.
- Título: Permafrost [Original: Permagel]
- Autora: Eva Baltasar
- Traducción: Nicole d’Amonville Alegría
- Género: novela intimista
- Fecha: noviembre de 2018
- Editorial: Penguin Random House
- Número de páginas: 132