Imagina por un momento que vuelves a tener nueve años. No es difícil, todo parece un poco más nuevo, más emocionante y tú eres un poco más bajita pero también tienes menos preocupaciones. Ha llegado un libro a casa y es de los que te gustan. Un cuento. ¡Con ilustraciones! Son en blanco y negro, normalmente te gustan más a todo color, pero muy bonitas. Detalladas y de trazo delicado. Te pones cómoda, abres el libro y comienzas a leer.
La protagonista de la historia es una reina cuyo destino parece ser casarse. Se parece al final de muchos de los otros cuentos que ya has leído. El relato continúa, y la reina cambia de pronto el traje de novia por una espada y una cota de malla; debe partir para rescatar a una princesa presa de un hechizo. Esto ya lo diferencia del resto de cuentos. En un momento de la historia, la reina despierta a la princesa con un beso… Y aquí es donde no se parece a ningún otro cuento que hayas leído.
Éste es, en líneas generales, el argumento de The Sleeper and the Spindle, que se puede traducir como La rueca y la durmiente, y que desde el veintitrés de este mes va a tener el honor de ser uno de los pocos libros publicados para niños (no me atrevo a decir el único, puede que haya más) que narre, e ilustre, un beso lésbico. La historia está firmada por Neil Gaiman, un escritor que ya nos ha dado varias alegrías a nivel de representación con personajes como Foxglove y Hazel en los cómics de Muerte (la de Sandman). El ilustrador es Chris Riddell que, como podéis ver en esta misma entrada, tiene talento para repartir.
Es cierto que no se puede asegurar que haya un interés romántico entre reina y princesa, tendremos que esperar a leerlo, pero como poco ayuda a normalizar. Y, quién sabe, tal vez abra un mundo de posibilidades a una generación de jóvenes lectoras. Conmigo habría funcionado.