Los más grandes placeres en esta vida son el sexo y la buena mesa. ¿Y que es más lógico que fusionarlas en una mejor forma fantástica y orgásmica de placer? ¿Quién no ha escuchado nunca la bendita y muy acertada frase “food porn”?
Resulta que este es un pensamiento tan viejo como el tiempo, pero sólo recientemente está cuajando el movimiento de la gastrosexología.
Surge de una fusión entre gastronomía, psicología y sexología y la idea es dejarte llevar por los placeres de la gastronomía, al degustar ciertos productos, y el sexo con los conocimientos que conlleva el campo psicosexólogo.
La gran escritora Isabel Allende es precursora, sin saberlo, de este interesante movimiento, con el libro Afrodita. Incluso hay pinceladas de esto en Como agua para chocolate:
“Una vez que se ha preparado y servido una cena exquisita, que la secreta tibieza del vino y el cosquilleo de las especias recorren los caminos de la sangre y que la anticipación de las caricias sonroja la piel, es el momento de detenerse por unos minutos, retardando el encuentro para que (las) amantes se regalen una historia o un poema, como en las más refinadas tradiciones del Oriente.”
Los próximos post los dedicaré a croquetizar este movimiento. A sacar a la Afrodita en nosotras, para convertirnos en la Afrodita de ella… que es la tuya.
A mí me encanta el juego este de comer de ese cuerpecito. Es tremendamente erótico compartir una fresa en la cama, un trozo de chocolate de sus labios (cualquier labio que quieras, oye) , tomar vino de sus curvas , hacer que pruebe cosas de ti… es todo muy interactivo. La idea de esto es que se mezclen ambos placeres, el gusto y el sexo.
En honor a la gran Isabel Allende y a sus libros dedicados a este tema, las dejo con una receta de ella adaptada por mí, que aparece en la novela Como agua para chocolate , en la esperanza de que, como Gertrudis, tu chica sude y arda por ti y tu comida.
Codornices en pétalos de rosas (Puede hacerse con pollo o pato)
Ingredientes:
- 4 rosas, (rojas, si es posible)
- puré de castañas
- 2 cucharadas de mantequilla
- 2 cucharadas de fécula de maíz
- 1 cucharadita de agua de rosas (de esas que encuentran en las tiendas árabes)
- 2 cucharadas de miel
- 4 dientes de ajo
- 2 cebollas
- sal y pimienta
- 6 cordonices
- 1 vasito de vino oportoPreparaciónCon cuidado, separar los pétalos de rosas, tratando de no pincharse los dedos, porque (a) es doloroso y (b) si los pétalos se impregnan de sangre, alteran el sabor del plato y puede provocar reacciones químicas peligrosas.
Se limpian las codornices y se vacían. Amarrarlas para que mantengan la forma. Frotarlas con sal, pimienta y la cucharadita de mostaza. Ponerlas a freír en la mantequilla hasta dorar y reservar.
Picar finamente las cebollas y el ajo y ponerlas a dorar en la mantequilla del ave. Cuando ya estén acitronados, desglasar con el vino. Agregar el puré de castañas, la miel, sal y pimienta y los pétalos deshojados de las rosas. Si ves muy líquida la salsa, puedes espesarla con la fécula de maíz disuelta en un poco de agua o vino frío. Se pasa por un tamiz. Por último, se agrega el agua de rosas, con cuidado de no pasarse para que no quede demasiado fuerte.
Las codornices (o el ave que hayas utilizado) se sumerge en esta salsa apenas 10 minutos antes de servir para que tome el aroma. Se decora con pétalos de rosas.
“Parecía que el alimento le producía a Gertrudis un efecto afrodisíaco y empezó a sentir un intenso calor que le invadía las piernas. Un cosquilleo en el centro de su cuerpo no la dejaba estar correctamente sentada en la silla. Empezó a sudar y a imaginar que se sentiría sentada a lomo de un caballo […] Sus miradas se encontraron y lo que ella vio en sus ojos la hizo temblar. Vio muchas noches junto al fuego, deseando la compañía de una mujer a la cual pudiera besar, una mujer a la que pudiera abrazar, una mujer… como ella. Sacó su pañuelo y trató de que junto con su sudor se fueran de su mente todos esos pensamientos pecaminosos.”
Bon apetittie!
Gio.