Me gusta cocinar. Mucho. No lo puedo hacer muy frecuentemente, pero cuando puedo, es una maravilla coger los cuchillos y hacer algo guay para comer. A veces, como todo el mundo, me salen unos platos muy raros, pero oye, por intentarlo que no quede. Además, me trago todo lo relativo a cocina que hay en la televisión, y gracias a esa maravilla que es Netflix la semana pasada descubrí un programa que me dejó encantada y horrorizada al mismo tiempo. Ese programa es Worst cooks in America.
El programa está compuesto por un grupo de personas que no es que no sepan cocinar, es que alcanzan otro nivel de horror culinario, y dos chefs que intentarán que cocinen a nivel de restaurante. En la edición que yo vi, estos eran Bobby Flay y Anne Burrell. Resulta que la chef Burrell es abiertamente lesbiana, lo que le da un puntito más de interés a esta producción del Food Channel (el mejor channel de todos).
Yo conozco mucha gente que no sabe cocinar. Mucha. Es normal, no todo el mundo tiene interés, o ganas, o lo que sea. Pero las atrocidades gastronómicas que he visto en estos 400 minutos que dura la temporada me perseguirán en sueños. Tortillas llenas de verdura cruda, pollo crudo, salmón pasadísimo, y todo lo que te puedas imaginar. Pero lo mejor del programa es que, como es un grupo de gente que no tiene ningún tipo de gusto ni referencia para la comida, hacen mezclas loquísimas sin miedo a nada.
Más allá de sabores, una de las cosas más divertidas es verlos manipular las herramientas: es normal que, por ejemplo, se les olvide poner la tapa a la licuadora y terminen llenos de puré. En una ocasión, a una concursante se le incendió la plancha y lo que se le ocurrió fue ECHAR UN KILO DE SAL.
En resumen, un programa entretenido, y loco muy loco, que además tiene a una mujer lesbiana al frente. No sé por qué no lo estás viendo ya. Te vas a reir mucho (e incluso aprenderás a cocinar algo, palabrita)