Atención, este post contiene spoilers y gluten.
Seguro que ya sabéis de qué va la mandanga de este post (mandanga de la buena, oiga) nada más leer el título. Y las que no, mucho mejor. Porque si ése es tu caso, querida Piscis, es porque aún no has descubierto una serie que está partiendo la pana y que, gracias al boca a boca (oh, yeah), está conquistando a las shippers de medio mundo. Gallifante rosa para las que hayan acertado a la primera. Sí, amigas, estoy hablando de Orphan Black.
Orphan Black es una serie de temática thriller/suspense/SCI-FI, distribuída por BBC América y grabada en Canadá. Cuenta con una protagonista que se merece un Emmy, un Golden Globe y hasta un apartamento en Torrevieja. Y eso que aún no se ha llevado ninguno de ellos, porque los estadounidenses son reacios a dar premios a las series que son de fuera (es lo que tiene la endogamia). Las que no la hayáis visto aún, y no queráis saber nada antes de engancharos, porque os vais a enganchar, dejad de leer. EN SERIO, PARAD AQUÍ. Os sugiero hacer lo que yo: comenzad a ver la serie sin leer ni críticas ni resúmenes. Dejaos sorprender. Las estéis en la fase “o veo ya la tercera temporada o la grabo yo en casa con la cámara de mi smartphone y una fregona en la cabeza”, pasad y sentaos, porque será un placer compartir con vosotras mis impresiones de fan fatal.
Confieso que cuando decidí ver la serie no tenía ningún tipo de expectativa. Simplemente me dejé llevar por el entusiasmo de aquellos frikis que me la recomendaron para pasar el verano entretenida, junto a otras como Utopía (otra serie que tiene miga y de la gorda). Al terminar la primera temporada me quedé impactada. Eso de que una sola actriz, Tatiana Maslany, se haga ella sola la serie entera es de aplauso y ovación cerrada. Lejos de hacer meras parodias, caricaturas o máscaras de personajes tipo, la intérprete canadiense les da verdadera vida y dimensión. Porque los clones de Sara son más que simple ropa, peinado y caracterización. Tatiana consigue que dejes de ver su cara en Alison, Cosima, Rachel y Helena y veas solamente a personajes individuales que no tienen nada que ver con la protagonista. Y eso sólo es capaz de conseguirlo alguien que verdaderamente ha hecho un buen estudio de interpretación. El papel de Tatiana Maslany es el PAPEL (o papeles) por el que ahora mismo matarían actrices de primera plana, debido a a ese grandioso abanico de matices dramáticos que brinda el encarnar un trabajo como éste. Igualmente buenos son los secundarios. Desde Félix, el Pepito Grillo chapero de Sara, la oscura Mirs S., el desconcertante Paul, el misterioso Donnie y la traicionera Delphine, entre otros.
A parte de una trama central interesante, que invita a reflexionar sobre la validez moral de ciertos los avances científicos y tecnológicos, como la clonación y la manipulación genética para hacer la raza humana todopoderosa evolutivamente hablando, lo que más me gusta son las subtramas que tratan sobre los orígenes de cada uno de los clones. Porque una cosa sí que está clara: el entorno en donde uno se cría es lo que determina la personalidad de una persona, aunque haya sido creada genéticamente idéntica a otra. Y qué personalidades, señoras… Tenemos para elegir entre la punk, la maruja, la cerebrito, la poli, la versión loca de Shakira, la maléfica y algunas más. La comunidad fan de esta serie adora a todas ellas, pero estaréis de acuerdo conmigo en que el personaje preferido del público lésbico es Cosita Cosima. A mí, el clon geek, nerd e intenso me tiene loca. Sé que Sara también tiene sus defensoras, por aquello de ser una tía dura… Sin embargo, la cabra tira al monte, porque las gafas de pasta atraen a las invertidas como a Falete un DunkinDonuts.
¿Qué tiene Cosima, que enamora? Quizá sea su sensibilidad, su humor, su bondad, su inteligencia, su capacidad para meterse en la boca del lobo a pesar de su olfato en detectar impostores y problemas… o la forma que tiene de hacerse moños con las rastas. La cosa es que esta chica es una kamikaze del amor. ¿Y quién no lo ha sido alguna vez? ¿Quién no ha decidido volver a confiar, a pesar de las traiciones y desilusiones? Para mí, Cosima es the puppy de la relación, no Delphine. Es el perrito faldero, que sigue a todas partes a la gabacha que le da gustito y disgustito a partes iguales… ¿Y Delphine? Es una femmefatale de las que susurran cosas al oído en francés y te ponen los pelos como sierras de calar. Al principio una tiende a no fiarse de ella, porque parece ser más falsa que una Barbie con estrías. Sin embargo, con el paso del tiempo, descubres que se ha enamorado por accidente de la científica porreta y te das cuenta de que Delphine es amor. Y ahí te das cuenta que eres fiel defensora de esta pareja (Cophine) hasta la muerte. No me extraña que resultado de juntar a estas dos sea pura química, de la explosiva. La espía y la espiada haciendo crazy science con el Quimicefa y lo que surja en un laboratorio con menos intimidad que el apartamento de Mónica en Friends.
ATENCIÓN, SÚPER SPOILER: Estos tira y afloja que hemos sufrido durante la primera y segunda temporada han desembocado en un cliffhanger demoledor por el cual nuestras amantes de Teruel han sido separadas de manera dramática, como si fuera una canción de Malú. Para rematar la faena, Cosima está a punto de hacerle una visita a Aldous Leekie en el otro barrio… No sé cuánto más nos van a hacer sufrir con estas dos. Sólo espero que no nos vuelvan a matar a la lesbiana enamorada, como suele ocurrir con este tipo de historias. Y si hace falta recoger firmas o hacer una plataforma en Change.org, se hace y punto. Save The Clones. Save Cosima.
ÚLTIMA HORA: Helena, el clon seestra de Sarah Manning, ha entrado como concursante en la casa Gran Hermano 15. Según las imágenes de la gala del primer programa, que he hecho cutremente con mi móvil os dejo en exclusiva, por el momento no hay que lamentar víctimas. Sin embargo, ¿qué pasará cuando toque hacer el racionamento semanal de comida…?