Finding Carter, serie estrenada por la MTV el pasado verano, finalizó la semana pasada su segunda temporada y anunció la renovación de una tercera para Octubre de este mismo año, a pesar de los malos datos en audiencias de la serie, que han ido descendiendo igual que el interés por las tramas repetitivas según avanzaba ésta temporada, que finalizó con menos de un millón de espectadores.
La serie nos cuenta la historia de la vuelta a casa, tras un secuestro que ha durado 13 años, de Carter, una adolescente problemática que no es capaz de hacerse a su nueva vida y aceptar que la que creía su verdadera madre, no es más que una simple impostora. Una de las cosas más interesante que nos planteaba la serie era la vuelta de Cynthia Watros (la famosa Libby Smith en Lost) a la televisión y ver como una de nuestras croquetas favoritas, Kathryn Prescott(Emily en Skins) se desenvolvía en el mundo americano.
A lo largo de éstas dos temporadas, hemos ido viendo como Carter intentaba hacerse a su nueva familia y modo de vida y descubriendo su pasado a través de ciertos personajes que iban apareciendo, casual y misteriosamente, en su nueva ciudad para quedarse en su nueva casa y hacer así su vida mucho más fácil. Desde luego que Stevens, deben tener una casa enorme, porque si no, yo no me lo explico.
Y vosotras diréis, típica serie americana de la MTV adolescente, sin ningún encanto y de la que podría prescindir fácilmente y yo os diría “si, sabias croquetas” pero aún os falta un dato por saber
Mentiría si dijera que esto no ha hecho la serie más amena, si dijera que no son tan monas que me quiero morir o que solo voy a seguir viendo la serie por ver que les depara el futuro aunque lo tengan un poco negro después de que en el último capítulo Madison decidiera volver a casa de sus padres. Pero le rezo a todos los dioses porque vuelva en la tercera temporada y esta nueva ola de lesbianas en las series no se acabe nunca, porque soy mucho más feliz desde que empezó.