Susana Hernández es uno de los pesos pesados de su generación en la literatura española. Sus subinspectoras Santana y Vázquez han marcado un antes y un después en el género policíaco de nuestro país, conformándose como “dos personajes con voz propia en la novela negra española”, según el escritor Toni Hill. En HULEMS somos fieles devotas de esta escritora, y hemos tenido el placer de estar en la presentación de la tercera parte de la saga que protagoniza Rebeca Santana, Cuentas pendientes. En su salsa, en una pequeña librería de barrio rodeada de libros, Susana Hernández explicó los pormenores de su nueva obra.
La novela negra, por definición, trata los temas más espinosos y turbios que ocurren en la sociedad, las atrocidades de las que es capaz el ser humano. Susana Hernández lo sabe bien: en la primera entrega de su saga, Curvas peligrosas, un asesino se dedica a matar a mujeres con discapacidad, y en la segunda, Contra las cuerdas, Santana y Vázquez se enfrentan a un violador en serie. Cuentas pendientes va más allá y se adentra en una trama principal sobre la dolorosa realidad de la trata de menores. Berna González Harbour, periodista y escritora invitada a la presentación, halaga la valentía de la autora por apostar por un tema tan complejo y duro, y Susana lo justifica así: es una realidad que los escritores no han plasmado aún en sus obras.
Susana Hernández sorprende y nos cuenta que el tema de la trata de menores estaba pensado inicialmente para Contra las cuerdas, pero que no se vio capacitada para seguir con ese hilo. Cuentas pendientes equilibra esa trama principal con otras subtramas para dar ligereza y dinamismo a la historia y atando, página a página, todos los cabos sueltos de las dos novelas anteriores. “Se cierra un ciclo”, dice Susana: todas las preguntas que quedaban en el aire están contestadas. Siguiendo esa idea de fin de ciclo, Susana adelanta que en una cuarta entrega podría hacer algo diferente: quizá veamos a unas Santana y Vázquez pasados cinco o diez años, o en otro sitio… Con un “Aún no lo tengo claro”, la escritora zanja el tema y nos deja intrigadas con una risa.
Esa es una de las cosas más definitorias de Susana Hernández: es una persona alegre y divertida; a pesar de tratar temas duros en sus novelas, tiene la virtud de bromear y sonreír cada vez que habla. Si alguien le pregunta si es coincidencia que todos sus libros de la saga empiecen por ce o si lo hace aposta, se ríe y reconoce que es pura casualidad; y bromea diciendo que si la próxima novela sigue el patrón ya sí que será a conciencia.
¿Y os habéis dado cuenta de que durante esta entrada no he mencionado la palabra lesbiana ni una sola vez? Es la otra gran virtud de Susana Hernández: ha conseguido crear un personaje principal, Rebeca Santana, tan complejo y real, con tantas dimensiones, que su orientación sexual es un aspecto más de su personalidad que se diluye en la caleidoscópica obra de la autora. No hablamos de “novela o literatura lésbica”: hablamos de novela negra, a secas, sin ningún otro adjetivo. Y por eso hay que agradecerle a Susana Hernández crear una saga protagonizada por una policía lesbiana que llegue a todo tipo de públicos y que no se quede en el estante de “Literatura LGBT”.