En 1992 se estrenaba Instinto básico. La película prometía ser un taquillazo: no en vano, la distribuidora había hecho una gran inversión en la cinta, estrenando en 105 cines, una cifra sólo superada tres años antes por Batman y en 1991 por Terminator 2. Instinto básico perdura en el imaginario popular más por ciertos aspectos del guión que porque haya dejado una honda huella en la historia del cine. Hoy, casi 24 años después del estreno, he podido verla por fin.
Instinto básico no puede negar que viene de mano de Paul Verhoeven, el mismo director de Robocop y Desafío total. Como tampoco puede negar que es hija de su tiempo, por la factura de la misma, y sobre todo por cómo trata ciertas cosas. Una cinta así hoy en día sería casi impensable.
Por un lado tenemos a Michael Douglas interpretando a Nick, policía de día y macho alfa a tiempo completo. Es un personaje profundamente antipático, un poco maltratador y que no lleva bien que una mujer le diga que no. Las que hayáis visto la película sabréis bien a qué hago referencia. Nick tiene que investigar la muerte en plena vorágine sexual de un rockero, y desde el mismo instante en que conoce a la principal sospechosa, la amante de la víctima, el espectador va viendo cómo poco a poco entre los dos pasa algo. Algo raro.
La antagonista del film es Catherine, una Sharon Stone espléndida e injustamente recordada por un sólo cruce de piernas, cuando su interpretación es la más rica e interesante de la película. Al principio el personaje de Catherine está plasmado como alguien fuerte, independiente y que no rinde cuentas a nadie. Tiene novia, pero tienen una relación lo suficientemente madura como para tener ciertas aventuras sin que eso suponga la ruptura de la pareja.
Pero conforme avanza la trama vas dándote cuenta de que el retrato que se hace de Catherine contiene todos los estereotipos que se achacan a los bisexuales. Su relación con Roxy, a quien Nick se refiere en una ocasión como ‘hombre’, es sexualizada hasta el límite, y básicamente sirve para agradar al personaje de Douglas. No comparten ningún diálogo: Roxy solamente existe como prueba fehaciente de que Catherine se acuesta con mujeres.
Instinto básico podría haber marcado un hito en la historia del cine. Si bien llegaba tarde para enseñarnos a la primera mujer bisexual del celuloide, podría haber sido la primera representación digna, la primera mujer de la que veíamos una orientación sexual sin arrepentimientos ni dudas. En su lugar encontramos un thriller erótico entretenido, pero sin más trascendencia. Una pena.