Como todas las series juveniles, y no tan juveniles, una parte importante de los espectadores no son meros sujetos pasivos de la acción, sino que, cuando ven lo que les gusta, se organizan en comunidades, preferiblemente por internet. Es el fandom. Es gente cuyo amor por la serie va más allá que sentarse una vez por semana delante del televisor, y que dedican parte de su tiempo libre en comentar la serie y sus tramas, en crear contenidos en forma de fanart, fan videos, fanfics, o cualquier otra expresión artística que tenga como base los personajes de esa serie que tanto les gusta. Shippean a las parejas con ardor, y son los seguidores más fieles de las ficciones. Hasta ahora estábamos acostumbradas a que la comunicación con series y creadores fuera unidireccional: ellos creaban y tú veías. Ahora, gracias a las redes sociales, ese contacto es mutuo. Los fans lo saben, y los creadores, también.
Por eso, cuando Jason Rothenberg, creador de The 100, invitó a los fans a visitar el set de rodaje a final de enero, sabía lo que estaba haciendo. Sabía que los asistentes iban a sacar el móvil e iban a filtrar, como quien no quiere la cosa, que Alycia Debnam-Carey estaba en el set de rodaje mientras filmaban la season finale. Y ahí fue cuando todo el mundo respiró y pensó que lo de Clarke y Lexa podía ser verdad.
Durante la segunda temporada entre los personajes de Lexa y Clarke se había generado una tensión sexual que era más que evidente para todo el que tuviera ojos. Esa tensión culminó con un beso, un beso esperadísimo por las fans, porque entre otras cosas nos daba una protagonista bisexual de una serie, algo que es como un cometa, no se ve muy a menudo. Después, la relación entre las dos se enfrió, pero en la tecrera temporada, cuando Lexa volvió a aparecer, algo nos hizo pensar que igual era el momento. Y lo fue.
Vaya si lo fue. En el penúltimo episodio emitido de la serie las fans pudimos disfrutar, por fin, de no una sino dos escenas de amor entre nuestros personajes favoritos. Las series sirven para muchas cosas, y una de sus finalidades es hacernos soñar. Cuando vemos que sí, que teníamos razón, que hay dos chicas que se enamoran en pantalla y sale bien, eso nos da fuerza y alas para pensar que en la vida real también va a funcionar. Desde que se inventó el cine, el género que más se ha rodado ha sido el romántico: por algo será.
Hasta aquí, la vida era maravillosa.
Instantes después, Lexa estaba muerta.
El problema con Lexa ya no es, bajo mi punto de vista, que haya muerto. Le dejaremos al creador la decisión de llevar la trama de una manera u otra, que para algo es su serie. El problema está en el cómo ha muerto, y en cómo nos sentimos nosotras.
Lexa murió de manera chapucera, y de una forma que, como hemos visto, parece ser una maldición entre las lesbianas de ficción. Para aquellos que digan que es un cliché, me gustaría recordarles que las chicas de Autostraddle han hecho una recopilación de personajes lésbicosy bisexuales muertos, y ya van por 135. 135 lesbianas y bisexuales muertas en series. Cuando lo leí no me lo podía creer, no podía ni creer que hubiera tantas vivas, imaginad muertas. El problema no es que las lesbianas mueran en series de televisión, el problema es que lo hacen SIEMPRE.
Las redes sociales, en este momento, empezaron a echar humo. El fandom se sentía traicionado por Jason Rothenberg, quien les había colmado de esperanzas para la pareja formada por Clarke y Lexa, y ahora, de repente y justo después de haberlas hecho suspirar, mataba a Lexa. A la misma Lexa que nos enseñaba rodando la season finale.
Bajo el hashtag #Lexadeservedbetter y #LGBTfansdeservebetter, comenzó entonces una campaña espontánea que quería hacer visible el dolor por la pérdida de Lexa, y a la vez llamar la atención sobre la mala suerte y fatal destino que acompaña siempre a los personajes LGBT en las series, esos personajes de los que se puede prescindir a la mínima de cambio. Jason Rothenberg está pagando sus pecados y los de todos los creadores anteriores que decidieron que matar a la lesbiana de la serie era lo mejor que se podía hacer con ella, ya que no se sabe si por falta de habilidad o por falta de comprensión social, no podían pensar mejor destino para ellas.
Mientras una parte de las fans se dedica a construir debate en las redes, intentando explicar porqué el llorar la muerte de un personaje no tiene nada que ver con ser inmaduro sino empático, el papel de las series como vía de escape, la importancia de la visibilización LGBT pero también racial y de cualquier otro tipo en las ficciones, e incluso recaudar fondos para una causa tan sumamente importante como es el apoyo a todos esos adolescentes LGBTQI que sienten que su única salida es el suicidio, el Trevor Project, a la que han ayudado con casi 40.000 dolares hasta el momento, hay otra parte del fandom, minoritaria pero que hace muchísimo ruido, que se ha dejado llevar por sus emociones y ha sobrepasado la línea. La comunidad LGBT se merece algo mejor, y no lo vamos a conseguir convirtiéndonos en justo aquello que odiamos y nos odia.
¿Será gracias a Lexa el comienzo de una nueva era en que los personajes lésbicos y bisexuales no sean usados como cebo, ni mueran a la primera de cambio, sino que sean, simplemente, tratados como el resto? ¿Podremos alguna vez disfrutar en una ficción de una pareja de mujeres (o varias en un mismo show, impensable) sin que sea por motivos de audiencia, tratada con respeto, y que no sea el rasgo definitorio de ninguno de los dos personajes? Si esto es así, la muerte de Lexa habrá servido para algo.