Estas últimas semanas han ocurrido cositas interesantes en el ámbito de la literatura lésbica que levantaron algo de polvareda que todavía está posándose. Voy a ver si saco el trapo y me limpio las ideas.
Un resumen por orden cronológico:
- Laura Gallego, autora de reconocido éxito, especialmente en la literatura juvenil y fantástica, concedió una entrevista en la que dijo que ella no iba a meter personajes LGTB porque le parecía forzado.
- A colación del debate (o linchamiento tuitero diario) suscitado por las palabras de Laura Gallego, salió también Andrea Tomé, autora de Desayuno en Júpiter, para decir en un hilo que la literatura LGTB no existe.
- Días después, Emma Mars hizo un experimento en el cual escribió una novela hetero y obtuvo mayores ingresos que con todas sus otras novelas juntas.
Al lío. En una entrevista en directo le preguntaron a Laura Gallego si metería personajes LGTB. Esto fue lo que dijo:
Patinazo de Laura Gallego diciendo que no tiene protagonistas LGTB porque sería escribir “un panfleto”. No somos propaganda, @_LauraGallego pic.twitter.com/gPDMSgJ2Kt
— Tigrillo (@TigrilloTW) 21 de mayo de 2017
“Lo principal es la historia. Si a raíz de esa historia ya aparecen otros temas, estupendo. Pero cuando tú escribes una historia solamente para denunciar una cosa, para hablar de un tema en concreto, no estás escribiendo una historia realmente, estás escribiendo un panfleto, no sé si me explico. Y esto no es bueno tampoco. Porque entonces pierde naturalidad.”
No creo que Laura Gallego sea homófoba ni tenga nada en contra de la comunidad LGTB. Puede que no fueran las palabras más apropiadas, pero también es verdad que últimamente en Twitter tenemos la piel muy fina y todo nos indigna.
Muchos la acusaron de hipócrita ya que no le parece forzado meter dragones en sus historias, pero sí personas homosexuales. Twitter sacó las antorchas y se cebó bastante con la escritora.
En mi opinión, si a Laura Gallego no le sale natural escribir personajes LGTB no lo hace y punto.
Aunque por poner un pero, creo que fue la palabra “panfleto” lo que más dolió. Puede que ahí sí pudiera haber una matización, dado que lo que se le pedía desde las redes era dar visibilidad a un colectivo, no meter con calzador en sus libros el debate sobre la adopción en familias homoparentales o el matrimonio igualitario.
Que es importante que se reflejen y visibilicen otras realidades sexuales, sí, pero no montemos el pollo porque a una escritora no le salga natural.
El debate siguió en las redes y todo el mundo se apuntó a dar su opinión. Una de esas personas fue Andrea Tomé, a la que conoceréis por su libro “Desayuno en Júpiter” (historia de amor entre dos chicas). Andrea Tomé quiso criticar con su buen hilo el hecho de que Laura Gallego pensara que al meter a un personaje LGTB en sus novelas su trama giraría en torno a su sexualidad y que eso no era normalizar. Otros tuiteros comparten esta misma visión. Somos bolleras esencialmente cuando amamos, pero también cuando vamos a la compra al súper, cuando madrugamos para ir a trabajar/estudiar, o cuando luchamos contra un dragón. Finalmente, llegó a la conclusión de que la literatura LGTB no existe, sino que existen los personajes LGTB en la literatura.
No hay novelas lgbt como género al igual que no hay novelas hetero. No hay autores lgbt (como autores de fantasía o terror) o hetero
— andrea ???? (@andreatome_) 21 de mayo de 2017
Discrepo con la autora de Plataforma Neo. En realidad, es una pregunta que, desde que empecé a publicar, me llevo haciendo: ¿Existe la literatura lésbica? Yo pensaba como ella hasta que me di cuenta de lo difícil que era llegar a un público no LGTB con una historia de amor entre dos chicas.
Existe un rechazo por parte del público hetero a leer literatura LGTB. Las lesbianas podemos leer literatura con protagonistas hetero, pero las hetero no suelen leer literatura lésbica. Ellas se la pierden.
Lo que nos lleva al punto tres del que partíamos, el experimento de Emma Mars. Emma, a la que conocéis de sobra, escribió una novela romántica en diez días (doce si contamos maquetación y diseño de portada) y la publicó en Amazon. Como bien explica Emma en su blog, su intención era descubrir hasta qué punto, una novela “plana, lineal, predecible y sin demasiada enjundia” era capaz de llegar a un público más amplio. Y descubrió que sí. Las ventas de su libro escrito en 10 días cuadruplicó las de sus libros lésbicos escritos con dedicación y cariño.
Claro que hay literatura lésbica, pero sólo es visible para las personas LGTB. La literatura lésbica está encerrada en un gueto al que nadie entra porque se piensa que es necesario tener un triángulo rosa cosido en el pecho.
La respuesta a porqué a Laura Gallego le parece “panfletario” meter personajes LGTB es la misma que responde a porqué Andrea Tomé no cree que haya literatura lésbica.
Porque somos invisibles. ¿Por qué si no, no hay una pregonera lesbiana en este Orgullo 2017?