Feliz año, querida. Te deseo un 2018 lleno de orgasmos. Hoy retomamos Los secretos de Thais con una reseña que te hará replantearte la masturbación como la conocías. A mí, por lo menos, me ha desmontado el ritual de darme amor de arriba abajo.
Me encantan los retos. Mucho. Así que cuando me llegó este juguete erótico que prometía un orgasmo en 60 segundos solté una carcajada. ¿Te imaginas tener un orgasmo en un minuto? Qué bueno. Antes de nada, échale un vistazo, míralo. Se llama Zumio:
Lo que sí le dio puntos antes de atreverme a probarlo fue leer que estaba diseñado por y para mujeres, como debería ocurrir con todos los juguetes eróticos para mujeres. Aun así, con un poco de desconfianza lo probé y pensé: “qué cosa más rara”. Fue raro porque estaba acostumbrada a estimularme el clítoris y los labios menores al mismo tiempo, no a vibraciones tan concentradas en un punto tan específico… pero no estuvo mal. Se llama SpiroPunta, y es superprecisa.
Luego me dormí una pequeña siesta (ya he dicho alguna vez que los orgasmos me dan sueño) y tuve uno de esos sueños húmedos que no recuerdas, pero hacen que te levantes cachonda perdida. Zumio estaba ahí al lado porque lo había estado probando antes y dije: “venga, tú eres el elegido para quitarme estos calores”. Igual porque ya lo había usado, esta vez le cogí mejor el truco y lo puse justo donde tenía que estar. Vale, no fueron 60 segundos, pero en 90 como mucho tuve uno de los orgasmos masturbatorios más intensos que recuerdo.
Pensé: WOW.
Cuando a una le pasan estas cosas es difícil seguir haciendo vida normal. Cambié de vibrador habitual, solo para ver si lo que me había pasado con Zumio había sido cosa de una vez… pero no. De hecho, una vez que intenté volver a mi vibrador habitual me pareció aburrido, menos intenso, soso. Recuerdo que pensé: “¿pero qué está pasando?#8221;.
Te pongo en contexto: ocho velocidades en lo que parece un lápiz, y es tan intenso que no pasas de la tercera. Un año de garantía y sumergible hasta un metro. Y puedes recargarlo en su base como si fuera un cepillo de dientes eléctrico, mira:
La base lleva un agujero para que conectes el cable típico de carga de un móvil Android (por si tienes iPhone, en la caja ya va uno). La interfaz es sencilla: un botón para encender y apagar y otros dos para subir y bajar velocidades.
También lleva su funda para guardarlo y que puedas llevártelo donde quieras. Porque da tantos orgasmos que yo no lo dejo en casa si me voy de viaje, te lo aseguro. Es pequeño, apenas pesa y es muy sencillo de guardar. Además, es de los juguetes más silenciosos que he probado recientemente.
Yo lo he puesto en un cajón que tengo al lado de la cama. Es facilísimo encontrarlo. Es que últimamente lo uso mucho. Es cierto que, si estás acostumbrada a masajeadores pequeños, al principio no sepas cómo colocártelo, pero te aseguro que acabas acostumbrándote. El tipo de vibración de Zumio y la manera en que se propaga es distinto a lo que hayas probado hasta la fecha y creo que es imposible que te deje indiferente.
Mira, mira:
Lo que no me ha convencido mucho es la batería. Me ha sorprendido que, dándole el mismo uso que a mi anterior vibrador habitual, necesitara recargarse con más frecuencia. Me he informado y he descubierto en la web de Zumio que la duración de la carga depende de la velocidad a la que lo uses. Cuanta más intensidad quieras, menos durará la batería. Aun así, te durará mínimo 75 minutos y hasta un máximo de 4 horas. Lo que sí es interesante para resolver esto es que dejarlo en el centro de carga mientras no lo usas no daña la batería, así que nada más acabes de usarlo lo pones y no es necesario que lo quites hasta que vuelvas a utilizarlo. ¡Bien!
Después de estas intensas semanas de pruebas incansables, he llegado a la conclusión de que Zumio es el futuro. No es un vibrador, es el vibrador. Ese que toda persona con un clítoris debería tener. Perfecto para primerizas, expertas, para quien sea. Eso sí, veo difícil el usarlo en pareja, pero ya sabes, solo hay que echarle creatividad.
Hazte con tu Zumio AQUÍ.