
*Atención, espoilers*
Atomic Blonde no fue un taquillazo: recaudó a nivel global unos cien millones de dólares, aunque si contamos con que costó alrededor de unos 30, y que para que a una producción le salgan las cuentas tiene que, más o menos, recaudar el doble, los números salen. Pero muchas personas, y sobre todo mujeres lesbianas y bisexuales, salieron decepcionadas del cine, y pensando que la cinta abrazaba una vez más la maldición de la lesbiana (o bisexual) muerta, una trama que hemos visto demasiadas veces tanto en cine como en televisión.
Puede que fuéramos más conscientes desde que *ese* personaje de The 100 fuera asesinado de manera absurda, casi como una broma macabra, pero a las lesbianas y bisexuales nos llevan matando desde, prácticamente, nuestra primera aparición en pantalla. No hay manera de que los guionistas se den por enterados de que hay más maneras de hacer avanzar las tramas, o de finalizarlas, que haciendo que muramos, y esto se debe con total seguridad a la falta de mujeres, y de mujeres LGBT, en las salas de guión.

Por eso, quizá, esta segunda parte de Atomic Blonde sea todo lo que deseábamos de la primera cinta. En este caso quiero creer que no van a cargarse a la novia de turno, pero entramos en otra cuestión: ¿nos enseñarán de nuevo que Lorraine es bisexual, o nos tendremos que dar por enteradas con la información de la película anterior? ¿Habrán aprendido de, en este caso, la polémica con la homosexualidad de LeFou en La Bella y la Bestia, o será otro ejemplo de personaje LGBT que lo es porque nos lo cuentan luego (en este caso, antes)?.
Vía: The Wrap

