Vidalia ha muerto. Sus dos hijas, Lyn y Emma regresan a casa, al barrio de East Los Angeles que las vio crecer. Pero regresar ahí supone conocer un montón de secretos de los que habían huido, y reencontrarse con un pasado que dejaron sin mirar atrás. Y con la cumbia, los tacos y el spanglish.
El pasado domingo Starz estrenó Vida, la nueva serie de Tanya Saracho, y por si estáis esperando conocer un veredicto claro para verla o no, os lo digo ya: vedla. Es una maravilla. Por lo que cuenta, por cómo lo cuenta, por la elección de personajes, porque no hemos visto nada igual en televisión, y porque es buena. Es muy buena.
Emma y Lyn vuelven a Boyle Heights, un barrio en el que no se encuentran cómodas. Una es consultora en Chicago, la otra tiene proyectos como colonias de esencia azteca, y se ha ido despegando de sus orígenes, de esas raíces a las que ni siquiera parecen pertenecer a simple vista. Vidalia, Vida, no parecía tener una relación muy estrecha con ellas, y esto llevará a que, a su muerte, se encuentren con una situación que desconocían por completo.
Por el camino, nos encontraremos con asuntos que afectan a millones de personas, en Estados Unidos y fuera, como los problemas para residir en un país, la gentrificación que se come a los barrios tradicionales, la especulación inmobiliaria que deja sin hogar a cualquier que se le ponga por delante, y los problemas identitarios no propios, sino basados en la percepción de los demás. Si soy latinx, ¿quién es nadie para decirme que no lo soy?
*Espoilers a partir de aquí*
Eddy, la “compañera de piso” de Vidalia, que resulta ser su esposa desde hace dos años, es un factor con el que no contaban. Y, por supuesto, no contaban con que su madre no fuera heterosexual, algo que Emma considera que es hipócrita. Como vimos en el trailer, la misma Emma tiene relaciones con mujeres, y suponemos que a su madre no le sentó muy bien en su día.
Resulta interesante ver cómo a los latinxs de Vida no se les muestra como seres estereotipados, como los vemos en otras series, religiosos, tradicionales, y hablando solamente en español. En Vida, cada personaje tiene sus particularidades, la identidad no es un monolito. Por ejemplo, Emma echa en cara a su hermana que no se haya molestado en aprender un correcto español, y hable una versión “pocha”, igual que hacía su madre.
Según hemos podido leer, la serie tendrá sobre todo la mirada de Emma, de la que iremos descubriendo semana a semana más rasgos, más bagaje, y por fin, lo que le llevó a separarse tan radicalmente de su madre y sus raíces. Los episodios duran treinta minutos, y os recomiendo encarecidamente que la tengáis en cuenta, porque mola mucho. Muchísimo. Se nos va a hacer corta.