Después de semanas buscando un nuevo libro con el que “aprender a ligar” (por intentarlo, vamos) mediante versos, me topé con uno, así, de golpe y porrazo, sin previo aviso. Me habían hablado de él, había visto fotos en Instagram y en los stories de amigxs, pero jamás lo había cogido entre mis manos. Hace unas semanas me senté en mi sofá, una tarde de sol, con dos gatos echando una siesta que yo me merecía y empecé a leer.
Imaginemos que una noche cualquiera, en un boquete llamado bar, conocemos a alguien que nos impacta y nos descoloca. La conversación nos llena tanto que queremos alargarla. ¿No tienes palabras? Vanesa Martín te las da: «Volvería a desear que nunca te acabaras/ y que yo te durara siempre de cualquier manera». ¡PAM! ¡PAMPUM! Qué precisión y qué directo. Y qué bien vendría cuando tu mente se queda en blanco y solo piensa «pero dile algo, pero dile algo, que se va. Se está yendo. Se va. Uy, uy, uy».
Ya hemos visto cómo otras autoras nos ayudan a dar un saltito en eso de dar el primer paso, y en este Mujer océano tenemos una maravilla que se merece ver la luz:
«Te abrí una cuenta en mi cuerpo/ para que me apuntes los asaltos con tiza/ y me añadas la propina/ y nos crezcan decimales/ y nos borren las heridas […] Aprende a dibujarme/ para que nunca te pierda,/ para que siempre me ganes.» PERO POR FAVOR. Qué bonito. Qué lujuría oculta en palabras, en tizas y en tó.
Aunque para lujuria, los versos del poema «A un palmo de ti», cuyas palabras contienen una declaración de intenciones sin miedos, un anhelo que podría ser de cualquiera. Pero eso, justamente eso, es lo maravilloso. Lo maravilloso, y a la vez pervertido. ¿Quién dijo que estuviera reñido? «A un palmo de ti es fácil morderte./ Guarda la lengua, que voy directa,/ no sea que, al sentirla húmeda,/ la invite donde guardo ciertos ecos/ y duermen huracanes». Vaya advertencia, vaya pseudoamenaza más semeerizató. Ay, cuánta pasión y desencanto al mismo tiempo. ¿Será la frase de una gran noche?