A principios de los años noventa, Sandra Bernhard era una estrella. Para hacernos una idea, era el tipo de estrella al que le ofrecían papeles en series como Sexo en Nueva York… y se permitía el lujo de rechazarlos. Por eso, que su película Dallas Doll pasara desapercibida en su estreno, y ni siquiera se lanzara en VHS era, como poco, extraño.
Pero es que Dallas Doll era una película extraña. Inspirada en Teorema, de Pasolini, donde la llegada de una persona a una familia termina por desintegrarla, la cineasta australiana Ann Turner la veía como un experimento que no terminó de cuajar, entre otras cosas porque a la misma Bernhard no le gustó.
No fue una experiencia artística particularmente maravillosa, y no estoy particularmente satisfecha con el resultado. No quiero hablar de ello. Lo hice con las mejores intenciones y eso es todo, no quiero decir nada negativo al respecto
La película cuenta la historia de una jugadora profesional de golf estadounidense que, en un viaje a Australia, comienza a seducir, uno por uno, a todos los miembros de una familia acomodada. Entre ellos, una veinteañera Rose Byrne, antes de Damages, La boda de mi mejor amiga y, bueno, todo lo que vino detrás. La cinta va a proyectarse en el Festival Quad Cinema, pero también se ha lanzado una versión en calidad sólo apta para valientes en este enlace.
Vía: Indiewire