Que las escenas más difíciles de rodar casi siempre son las sexuales, no es ningún misterio. Siempre son las que más preguntas despiertan entre los medios, y a las que más jugo les saca el público. Hasta ahora, con unas pocas indicaciones desde dirección, los interpretes hacían un poco lo que podían, con más o menos fortuna, pero desde hace poco se ha introducido en algunas producciones una figura que evita que veas un polvo y pienses: jo, qué pereza. Hablo de la “coordinadora de intimidad”, y en este caso concreto de Ita O’Brien, quien ha trabajado en Sex Education y Gentleman Jack.
Ita coreografía las escenas de sexo, y lo hace a través de ejercicios inspirados en animales, con los que enseña a los actores a sentirse cómodos rodando prácticamente desnudos, o en situaciones comprometidas, delante de equipos de rodaje.
A los actores se les dan ejercicios donde “lloran como gatos”, “jadean como perros” o “empujan como un gorila” para que compongan vocabulario que describa los diferentes puntos de la relación sexual. Ya sabéis, hablando se entiende la gente. Estos términos o símiles los utilizan los directores y actores, lo que “Da a todos un lenguaje común, que mantiene todo profesional”, según O’Brien.
Voy a procurar escribir esto sin reirme, pero lo voy a escribir. En Sex education, O’Brien se encargó de la escena entre dos chicas que hay en un episodio. Sus indicaciones fueron:
¿Podrías empujar como un gorila y terminar como una foca?
Si esto les sirve para hacer escenas guays, yo a favor. Los productores de Gentleman Jack están muy contentos con la inclusión de esta figura en el rodaje de la serie.
Contratar a O’Brien es una consecuencia positiva del movimiento Me Too. Vivimos en tiempos muy brillantes, y creo que hemos sido muy conscientes de que gran parte de la vida de Anne Lister era su vida sexual. Era una mujer muy activa sexualmente y le encantaba tener sexo con otras mujeres
De momento, eso se ha plasmado en la serie. Ojalá nos cuenten qué símiles animalísticos han utilizado en cada una de las escenas. Por los loles.
Vía: The Times