Sabemos que Katy Perry besó a una chica. Sabemos que le gustó. Lo que nadie nos ha dicho es quién era la chica. ¿Empieza por R y acaba por A? Completa conmigo: R_h_nn_.
El capítulo 3 de Amigas sin derecho a roce (pero que deberían tenerlo) lo queremos dedicar a una amistad muy especial, tan llena de curvas y tangentes como los cuerpos de sus protagonistas: Rihanna y Katy Perry.
Lo sé, yo también veo a dios en el escote de Rihanna, pero hoy no hemos venido aquí a hablar de mis grandes pequeñas obsesiones, sino de la relación entre las dos cantantes.
Katy Perry y Rihanna se hicieron amigas gracias a uno de esos momentazos que a veces tenemos las mujeres. Hasta ahora no sabíamos el origen de su relación, pero el pasado mes de abril Katy contó a la revista Elle cómo se conocieron. Al parecer, todo fue culpa de un carísimo bolso de Valentino. Corría el año 2009 y como toda mujer hetero que se precie, en aquel momento Katy deseó más el bolso que a su dueña. Justo todo lo contrario de lo que me pasa a mí, ya ves, no sé por qué será…
El caso es que el citado bolso cautivó tanto a Katy que así se lo hizo saber a Rihanna, nos imaginamos que en una conversación parecida a esta:
—¡OMG! ¡Adoro tu bolso!
—¿Qué dices, boba? ¿Esta baratija de medio millón de euros?
Ya sabes, cosas de gente rica que mortales como tú y yo no podemos entender… Pero a Rihanna debió de parecerle muy adorable el cumplido, y le prometió que le mandaría uno.
Katy tenía sus reservas, porque una nunca sabe si cuando te dicen estas cosas son en serio o de zorrita de turno que busca quedar bien. (Yo la entiendo). Pero Rihanna cumplió con su palabra y en el Día de San Valentín (lo repito, por si no lo habéis leído bien: en el Día de San Valentín) le mandó el Valentino.
No vemos a Rihanna como una persona demasiado religiosa, pero hay que reconocerle este detalle con el santoral. Y a Katy también debió de encantarle porque, tal y como ella misma cuenta, en aquel momento pensó “Wow, una mujer de palabra”.
Rihanna, comprobando la mercancía.
Un poco después de estas declaraciones, le llegó el turno a RiRi de explayarse y confesarnos su amor por Perry. De ella nos ha contado que es una joya, porque “no se encuentra gente así en esta industria. Es preciosa, encantadora y tan genuina que da miedo. Eso es lo que más me atrajo de ella cuando nos conocimos: dice lo que piensa. Yo confío en personas así. Me siento segura rodeándome de este tipo de gente, porque sé que siempre me van a decir la verdad”.
Lo único que ha conseguido tambalear esta fraternal historia de amor es el personaje de Chris Brown, a quien la amiga del alma no parece tener demasiado cariño. Dicen las malas lenguas que el hecho de que la de Barbados regresara con él le sentó como una patada en el estómago a la cantante de Teenage Dream. Pero incluso en la adversidad, estas dos han sabido conservar ese nosequé especial que tanto las une.
El resto, queridas lectoras, es historia. “Nos queremos una a la otra y probablemente siempre lo hagamos”, gritan a los cuatro vientos. Porque Katy y Rihanna son un tándem. Un binomio indisoluble. Un dos por uno en la oferta de yogures del supermercado. Y a nosotras nos encanta. Solo les reprochamos que no nos cuenten si el I Kissed A Girl está inspirada en su relación o si pasó algo debajo del famoso paraguas. ¡Las mentes curiosas queremos saber!
Algún día, gente… algún día se levantará el secreto de sumario y entonces podremos fantasear tranquilas. Nosotras, si ellas quieren, no nos opondremos. Solo les ponemos una condición sine qua non. Por el bienestar de Katy Perry, pero también por el de todas sus fans: chicas, si os decidís a ser más que amigas, POR FAVOR, aseguraos de que Rihanna pase antes por el salón de belleza para hacerse una manicura extensiva. ¿Vale?