Pocas veces una escena de cama me ha dado tanta ¿tristeza? ¿pena? ¿compasión? como esta. Pero como en este blog tocamos todos los palos, aquí está: el momento más tórrido de The Canyons, la nueva película de Lindsay Lohan, que llegó a las pantallas norteamericanas el 2 de agosto y se proyectará fuera de concurso en el Festival de Venecia.
(Soy consciente de que te pasarás esta advertencia por el forro, pero para que veas que intento preservar lo que queda de tu inocencia: escena no recomendada a menores de 18 años)
The Canyons es una producción indie centrada en los avatares de un grupo de jóvenes que viven en Hollywood liderados por una aspirante a actriz (Lohan) y su novio (el actor porno James Deen). La película ha tenido que echar mano del crowdfunding para poder llevarse a cabo, y si bien es cierto que esta forma de financiación empieza a ser algo muy habitual, no lo es tanto encontrarse con actrices venidas a menos rodando escenas pseudopornográficas.
Desconozco vuestra opinión sobre Lindsay Lohan, pero imagino que no será muy diferente a la que tenemos por aquí: muñeca rota de Hollywood que podría haberlo tenido todo pero tropezó con sus propios pies por el camino. Más o menos todas conocemos la evolución de Lindsay. La hemos visto drogada, bebida, enamorada, juzgada, encarcelada, croqueta, bisexual, negando su lesbianismo… en fin… qué os voy a contar. Y ahora la vemos desnuda, en una escena de cama a ocho manos.
Juro solemnemente que esas luces de colores no son producto de las drogas.
A estas alturas creo que todas sois conscientes de que en este blog no somos nada mojigatas. Eso quiere decir que una escena así, tan subida de tono, tan bisexual, quizá nos hubiera gustado en otras circunstancias. Pero ver a la Lohan despeñarse de esa manera por los infiernos de Hollywood, desnuda posiblemente por cuatro duros, codeándose con actores porno, mirando a la cámara con esa cara de encontrarse en pleno viaje de ácidos… ¿qué queréis que os diga? Para mí no ha sido agradable. Ni sexy. Ni siquiera insinuante. Ha sido… triste. Sí, creo que triste es la palabra.
¿Y para ti? ¿Qué opinas?