Mel tiene todo lo que siempre ha deseado: un trabajo como escritora que le gusta, es razonablemente famosa, dinero… una vida ya hecha, aunque de amor mejor no decir nada, porque desde que hace un año, Sophie, la mujer de su vida, le rompió el corazón al poner su trabajo por encima de ella, no quiere ni oír hablar de embarcarse en otra relación.
De todas maneras, ya se siente suficientemente querida por sus amigas: Eva, una agresiva abogada y su pareja María, una pintora que ha logrado lo nunca visto sosegando el carácter de su novia, y Álex, la editora de Mel, que vive una segunda juventud junto a su amante italiano. La escritora no tiene secretos para ellas, las amigas son lo primero. Pero hay algo que todavía no les ha contado, por temor a que la tomen por loca.
Y es que desde que la dejó Sophie, está recibiendo visitas de un fantasma… que le fuerza a acostarse con ella. Sí. Cuando la estancia se inunda de olor a azahar, Mel ya sabe lo que va a pasar: que una presencia misteriosa la desnuda, la toca, la besa, la hace llegar hasta el final… y luego desaparece.
Por si fuera poco, va a entrar en juego otra presencia, esta vez tangible, que va a tambalear los cimientos de su existencia. Después de mucho tiempo, Mel se reencuentra con Carla, la hija de Álex, una hermosa ejecutiva que va a casarse con su novio. Lo que Mel no sabe es que toda su vida ha estado enamorada de ella, y que no va a poder soportar su deseo mucho más.
Estos son los ingredientes de No voy a disculparme, la primera novela de Mila Martínez (@MilaMartinez) Es la primera parte de una trilogía, lo cual es muy buena noticia, ya que me dejó con ganas de más, aunque al principio tenía mis reticencias al leer los pasajes… sobrenaturales del asunto (¿espíritus lésbicos? ¿qué?). Tengo que concederle a la autora que al final se resuelve con bastante naturalidad, toda la que te pueden dar unos fantasmas.
Uno de los puntos a favor de la novela, que tiene muchos, es lo rápidamente que la trama te atrapa. Ya en las primeras páginas te das cuenta de que la relación de las protagonistas va a dar mucho juego, en todos los sentidos. Compartes las dudas de Mel respecto a la edad de las dos, la preocupación por traicionar a su amiga, el vuelco que da la vida de Carla cuando vuelve a Paris, el “no me puedo creer que esté haciendo esto” continuo que sufre.
Muchas veces las novelas lésbicas (y las que no lo son, también) pecan de anticipación, de saber lo que va a pasar desde la página uno, y de saber exactamente cómo va a pasar. No creo que esto suceda en No voy a disculparme. Evidentemente estás deseando que Carla y Mel terminen juntas, pero hay tantos factores en contra, tantos sentimientos encontrados, que no lo tienes claro hasta el último momento. Y también tantas lealtades que mantener, porque, ¿Qué es más importante y necesario? ¿El amor —sobre todo cuando ya habías renunciado a él— o la amistad que durante tantos años te ha sido fiel?