En un pequeño pueblo de Nueva Gales del Sur, todos los días son iguales, o eso le parece a Rachel. Propietaria de una tienda de jardinería y madre de tres hijos, su marido murió repentinamente hace dos años, y ella está convencida de que todo lo que no sea su familia y su negocio no merece su atención. Excepto las partidas de bridge con la familia, claro. Nada que requiera mucha reflexión, porque es probable que entonces se apoderen de ella los recuerdos. Pero un día, un día de esos que se parecen tanto al anterior y al siguiente, Quinn, una ex-reclusa, vuelve al pueblo, desatando todo tipo de rumores. Entonces, Rachel toma una serie de decisiones que cambiarán su vida para siempre.
La autora, Lyn Denison, es oriunda de Brisbane, Australia. Con prosa entretenida y ligera, acompañada de flash-backs en el momento justo, va desgranando una historia de sentimientos que permanecían escondidos, como dormidos por el paso del tiempo, de secretos y confesiones, y de relaciones que, sin darse cuenta, cambian de significado para las protagonistas. Lo que atrae verdaderamente del libro es la naturalidad con que los hechos discurren, lo sencillo que parece todo, y la sonrisa que deja al lector (bueno, lectora). No digo que sea una historia fácil, porque hay obstáculos que son difíciles de salvar, pero la satisfacción está garantizada.
Huyendo de los tópicos habituales en estos libros, realmente parece que nos encontremos ante una de esas historias que, quitando alguna licencia literaria, te podían pasar a ti. Me diréis ‘bueno.. una de las protagonistas ha estado en la cárcel, muy normal no es‘, pero si algo nos ha enseñado Orange is the new black es que cualquiera puede cometer un error. No, fuera de bromas, hasta el episodio que desencadena que Quinn vaya a prisión es de una sencillez extrema. Si estáis buscando un libro ligerito para estas vacaciones, ‘La salvaje’ (roar!) puede ser una buena elección.