Al director de cine Michael Bay estamos acostumbradas a verlo en proyectos cinematográficos a gran escala; lo suyo siempre ha sido una fiesta de efectos especiales, como el desplegado en películas como Armaggedon o Transformers. Pero parece que desde que se convirtió en productor ejecutivo de Black Sails, la serie de piratas de Starz, le ha tomado el gusto a participar en proyectos televisivos y ahora lo tenemos dirigiendo The Last Ship, una serie que se estrenó ayer en la cadena estadounidense TNT.
Basada en el libro homónimo de William Brinkley, The Last Ship nos cuenta la historia del destructor norteamericano USS Nathan James en un mundo apocalíptico cuyos habitantes son de los pocos supervivientes de la raza humana tras una pandemia provocada por un virus desconocido.
La historia se desarrolla casi íntegramente en el barco y durante el piloto ya podemos ver que toda la serie girará en torno a los miedos, vidas, pasiones, etc de sus habitantes, durante una misión en el Ártico. A bordo del destructor nos encontramos con personajes principales como la doctora Rachel Scott (Rhona Mitra) que mantiene un constante tira y afloja con el capitán Chandler (Eric Dane, de Anatomía de Grey) en su afán por descubrir qué es, exactamente, el virus que está destruyendo a la humanidad.
Hay, por supuesto, otros secundarios, pero todos ellos son un poco de manual (los operadores de radio, los oficiales disciplinados, la parejilla que mantiene un romance secreto, etc). Me refiero a que la serie hace honor al tema que trata, y raya en lo que muchas conocemos por “americanada”, aparición de autoridades de Estados Unidos incluidas. Pero aunque estemos cansadas de ver personajes como estos repetidos hasta la saciedad en superproducciones de acción y efectos especiales, es un soplo de aire fresco ver que han incluido a una croquetilla en la marina. Se trata de la oficial Alisha Granderson, interpretada por Christina Elmore, y en el primer episodio ya la vemos hablando sin ambages sobre su novia:
“Le prometí a mi novia que volvería y veríamos París juntas”.
Teniendo en cuenta que se trata de una producción hecha en el país que acuñó el “don’t ask, don’t tell” nos parece que no está nada mal. Así que esperamos ver a la oficial Granderson rompiendo tabúes en el resto de los episodios de esta primera temporada. Con un poco de suerte, a lo mejor hasta no muere infectada por el virus. Amiga oficial-croqueta, un humilde consejo: ponte una máscara o algo, que las muertes entre lesbianas tienen un porcentaje elevadísimo.
En cuanto a The Last Ship, tras haber visto el piloto vale la pena recomendarla para todas las amantes del género apocalíptico, bélico y de acción, así, en general. Pero si esto no es lo tuyo… quizá te aburra hasta el infinito y más allá.