Ha costado lo suyo, pero aquí estamos para hablaros de Orange is The New Black y de su regreso. Así es como lo vamos a hacer: el primer capítulo lo haremos en forma de recap (más o menos), pero a partir de los siguientes nos hemos planteado hacerlo como un resumen-recap, porque, realmente, ¿qué sentido tiene contaros lo que ya habéis visto?
En la temporada anterior nos quedamos, básicamente, con estas dudas:
- ¿Dónde está la gallina?
- ¿Volverán Alex y Piper?
- ¿Nos darán el alegrón de que se muera Larry?
- ¿Ha muerto Pennsatucky?
De todas las cuales la de la gallina es, por supuesto, la más importante y la que más nos preocupa.
Lo primero que descubrimos es que Piper lleva un mes en la celda de aislamiento por lo que le hizo a Pennsatucky y que ha empleado muy bien ese tiempo explorando su vena artística a base de hacer pinturas rupestres con yemas de huevo.
A mí ya me tenía ganada con eso (me encantan las bohemias), pero ya cuando descubrí que la Atapuerca de Piper es, en realidad, arte figurativo creo que morí de amor. ¿Esto?
Esto es arte. Es una cucaracha amarilla que bebe de un narciso. No se cansa de beber.
Si es que, de verdad… os lo tengo que explicar todo, así no se puede trabajar.
El caso es que a Piper se la llevan… a alguna parte. ¿A dónde? Nadie lo sabe, pero la falta de respuestas la pone tan nerviosa que pasa por alto lo más importante:
Alguacil: ¿Necesitas hacer pis?
Y tú piensas “Piper, escúchale, mujer, que a lo mejor en esa pregunta está la clave”. Pero ya sabemos que Piper es tozuda y que tiene la cabeza dura como el pedernal, así que simplemente le responde:
Piper: lo que necesito es saber qué está pasando.
Alguacil: bien, pero recuerda: yo te lo pregunté.
A partir de aquí asistimos a la desesperación de Piper por saber a dónde la llevan.
1. Se lo pregunta a los alguaciles cuando la meten en la camioneta. Pero están demasiado ocupados explorando las diferencias semánticas entre “chochitos” y “perras”.
2. Se lo pregunta al conductor del autobús misterioso en el que la meten con otras prisioneras. ¿A dónde vamos? Tengo derecho a saber a dónde voy.
3. Se lo pregunta al guardia que las vigila, el cual no inspira nada de confianza, entre otras cosas porque no le preguntas a un hombre cargado con un rifle si puedes hacer pis. Te lo haces directamente (creo yo… si algún día me pasa, os lo haré saber)
4. Se lo pregunta a las otras prisioneras, que la miran como si hubiera perdido el juicio.
Vaya, que llega un momento en el que Piper atraviesa todos los estados anímicos de los niños que se ponen impertinentes durante los largos viajes en coche. Véase:
- ¿A dónde vamos?
- ¿Falta mucho?
- ¡TENGO PIPÍ!
Porque pipí es lo que también tiene Piper, que empieza a entender por qué el alguacil le hizo aquella advertencia (“recuerda que yo te lo pregunté”) y ya le da igual si están camino de la guarida de Voldemort o de Mordor. Un único pensamiento ocupa en ese momento su mente:
El problema es que ese autobús es un poco como el de los Picapiedra y no hay cuarto de baño. Así que está perdida y sus esperanzas de que alguien pare ese trasto para dejarle ir al baño dan al traste cuando una amable abuelita-prisionera le informa de que debería haberse puesto…
¡UNA PEE-PAD!
Que en español sería algo así como una compresa de pis. Yo no sé cómo no se nos había ocurrido esta idea antes, queridas lectoras. ¿Que vas al teatro? Pues te pones una pee-pad, que son dos compresas maxi pegaditas una a la otra para ir orinando gotita a gota. Sirve lo mismo para el teatro que para el cine (ojo: Divergente dura tres horas, llévate tu pee-pad!!!!!). Y a falta de dos compresas de noche, bien te vale el paquete de Evax entero, una sobre otra.
Por favor, si alguien prueba este invento en casa o en algún compromiso social que nos informe del resultado.
Por fin el autobús se para y entonces… llegan a un avión. Menos la bicicleta, el barco y el monopatín empezamos a pensar que Piper se ha convertido en Wally y va a utilizar todos los medios de transporte posibles para recorrer el mundo.
El caso es que por fin en el avión un guardia se apiada de ella y la lleva a ese discreto servicio sin puertas, mientras le pide que, vaya, que lo haga rapidito porque ese chorro suena un poco flojo.
En el avión Piper hace nuevas y emocionantes amigas. Por un lado, ha vuelto a coincidir con la niña de El Silencio de los Corderos (no, no es Jodie Foster, lo sentimos) que tiene toda la pinta de que tendrá más protagonismo en algún otro momento. Pero también conoce a una simpática narcolépsica, que nunca ha viajado antes en avión, y a Lolly, la doble de Ellen DeGeneres, que le ofrece amablemente un poco de vaselina para que no se le sequen los labios. Si alguien quiere encontrarle el doble sentido a esto, es bienvenida de hacerlo.
Pero el caso es que Piper rompe entonces a llorar, reconfortada por la atención de Ellen-Lolly, su nueva amiga, y le cuenta lo que le hizo a Pennsatucky. “Ella es… era… era…”. Piper realmente cree que ha matado a Pennsatucky, a la pobre nadie le contó que Taryn Manning la volvieron regular para la segunda temporada y este es el resultado:
El avión se pone en marcha y, oye, qué alegría volar con esta aerolínea en la que no hay ni mascarillas de oxígeno ni medidas de seguridad. Eso sí, te dan comida, así que es mejor que Iberia porque, total, hacen casi el mismo número de escalas, en este caso para recoger a unos prisioneros, uno de los cuales se convertirá en admirador de Piper.
Pero, por fin, Piper obtiene la respuesta que ha estado buscando: están en Chicago, no sabe por qué, pero ya ha reconocido el skyline de la ciudad y algo es algo.
Tras pasar las medidas de seguridad de su nuevo hogar, Piper conoce a sus nuevas compañeras de celda, con las que, por supuesto, mete la pata ya desde el principio. ¡Has matado a Yoda!
Yo os juro que pensé que lo que había pisado Piper era un zurullito que alguien se había dejado en el suelo, pero parece ser que no. Yoda es una cucaracha altamente cualificada y entrenada para transportar cigarrillos.
Si es que tengo que explicároslo todo, de verdad…
Y cuando Piper la mata es todo un drama. Un funeral. Lógico que Piper piense que le están tomando el pelo. Pero no, la cosa va muy en serio. La cucaracha es la llave para obtener los vales y sin ella no hay vales, así que Piper será desde entonces responsable de proveerles de una cucaracha nueva. Y no vale cualquiera. “Tiene que tener al menos cinco centímetros de largo, pero no más de diez”. Chicas: no probeis esto en la vida real; así es imposible echarse novio.
Tras el cataclisma de la cucaracha, descubrimos algo que ya sospechábamos: Piper es un imán para las bolleras locas. Allá donde va, le sale una Crazy Eyes, aunque en este caso se llama Mazall y está obsesionada con los horóscopos.
¿Géminis?
Nunca una respuesta tan corta a una pregunta tan sencilla metió a alguien en tantos problemas. A mí la próxima vez que quieran saber mi horóscopo les contestaré que soy “mono”, por eso de que estadísticamente hay menos gente obsesionada con el horóscopo chino.
De todos modos, yo después de ver la escena de Mazall y las instrucciones de la cama, quiero que pongan una Mazall en nuestras vida y que tenga muchas interacciones con Crazy Eyes. A lo mejor incluso un romance. Se convertirían ipso facto en mi pareja favorita.
—¿Hay instrucciones para hacer la cama?
—¿Nunca has hecho una cama antes? Oh, lo siento… no veo mucho la tele. ¿Eres famosa o…?
Entonces Mazall cae en la cuenta………………….
¡Eres Lindsay Lohan!
Lo que más me gusta del tema es que lo dice muerta de miedo, mientras retrocede unos pasos, como si LiLo fuera Hannibal Lecter y estuviera a punto de arrancarle el cuello de un mordisco. Pero no, es Chapman, y no veáis el alivio que siente esta croquetilla al descubrir que LiLo no es su nueva compañera de celda.
Mazall le informa, además, de algo importante. No, no es dónde están, Piper ya ha perdido toda esperanza de dar respuesta a este gran misterio de la humanidad. De lo que le informa es de lo horarios que van a tener en la cárcel y, sobre todo, de cuándo es el recreo.
Antes de esto se suceden una serie de flashbacks que a mi parecer son muy interesantes porque nos permiten descubrir un poco más la personalidad de Piper y, por encima de todo, que es una “niña de papá”, a pesar de que su papá no es del todo el hombre de bien que ella pensó que era.
Por fin llega el ansiado recreo, que las prisioneras comparten con las presas del otro módulo. Cuando Piper estaba sumida ya en una especie de depresión, su mundo (y el nuestro) se ilumina gracias a una aparición. Redoble de tambores, por favor. Se alejan los nubarrones. BRAGAS AL TECHO, ALEX VAUSE ESTÁ PRESENTE.
¡ALEEEEEX!
Va a estar complicado hablar con ella, pero el amor mueve montañas, y así es como aprendimos una de las lecciones más importantes de nuestra vida: con unas bragas usadas todo se consigue. Y si las has llevado puestas cuatro días, mucho mejor. Nuestro amigo “Primera clase”, residente en el mismo bloque que Alex, está dispuesto a hacer un trueque: unas bragas malolientes a cambio de una nota para Alex.
Pero funciona. Alex acude a la cita y son como las Julieta y Julieta de los barrotes. Oh, god… un año esperando a que llegara este momento. ¿Acaso no es romántico? Da igual que estén los barrotes en medio. Da igual que no tengan permitido tocarse. Da igual que lleven esos monos horribles porque cuando Alex Vause aparece, tú te desvaneces. Esto es así.
Además, Alex lo sabe todo. En serio, TODO. Ella tiene las respuestas. Sabe dónde están y por qué están allí. Si algún día necesitas saber algo sobre física cuántica o ingeniería medioambiental, también se lo puedes preguntar a Alex Vause. El resto de las prisioneras no tienen ni idea, pero ella sí, como tiene que ser.
Piper: ¿Qué haces aquí? ¿Qué hago yo aquí?
Alex: ¿No lo sabes? Es por el juicio. Kubra, lo han extraditado.
Piper experimenta entonces una especie de alivio-orgasmo que entendemos perfectamente porque, claro, está enfrente de Alex, ¿y cómo culparla de ello? Aparte, de veras, nos encanta cuando hacen bollodrama:
Piper: Me odias. Pero estás hablando conmigo. ¿Significa esto que ya no me odias?
Alex: Significa que hoy no te guardo rencor.
Y casi se abrazan… si no llega a ser por el guardia, que nos arruina el momento y lo convierte en el festival de la cucaracha, que hace que Alex piense si Piper, después de todo, no se habrá quedado un poquito perjudicada tras su mes en la celda de aislamiento:
“Alex, atrápala, venga, que es es una “biggy-slow”. ¡Vamos, podría ser Yoda!”
Las chicas aprovechan los últimos momentos para hablar de los detalles del juicio. Alex intenta convencer a Piper de que mienta para salvarse el pellejo. Quiere que diga en el juicio que no conocía a Kubra de nada, porque, de lo contrario, sus esbirros irán tras ellas. Alex va a mentir y espera que Piper también lo haga, pero Piper vuelve a tener uno de sus ataques de alumna de colegio de monjas. ¡Ella no miente! Oh, por dios, Piper, dame un respiro. Estamos hablando de un narcotraficante: sálvate el culo y sal corriendo.
El momento de la verdad se acerca y tras un encuentro con su abogado (el padre de Larry), Piper nos demuestra una vez más que en realidad es bisexual pero también bipolar, porque delante de su suegro dice que lo que más echa de menos en esta vida es a Larry, pero lo que sucede en el juicio nos hace pensar cosas muy diferentes. A mí cuantos más episodios pasan, más me convenzo de que Larry es lo más prescindible que ha parido Orange is The New Black. Ya que no podemos hacer referéndum sobre la monarquía, hagámoslo sobre Larry:
- Larry sí, deja un comentario.
- Larry no, deja dos.
El último tramo del episodio es, sin duda, el que nos mantuvo con los ojos muy abiertos y más entretenidas porque es un festival Alex-Piper, aunque el final nos haya dejado con un poco de mal sabor de boca. En la siguiente escena las vemos metidas en una furgoneta, camino del juicio. Las vemos discutiendo sobre el dilema tan shakesperiano mentir o no mentir. Piper le dice que no está del todo segura de poder hacerlo. Alex insiste en que tienen que estar juntas en esto, que se deje de moralinas.
Alex: Esta es la única manera en la que puedo protegerte ahora. Tienes que hacer lo que te digo.
Piper: ¿Y si no qué? ¿Hemos terminado?
Alex: No. Quiero ser tu pareja en prisión.
Vale. Sabemos que Laura Prepon va a estar en solo tres episodios más, pero no podemos esperar a que llegue ese momento en el que se convierten en “pareja” de prisión (¿incluye esto bolas y grilletes? Que alguien nos lo aclare, por favor).
Por fin, es el juicio, y para mi gusto en él se sucede uno de los mejores diálogos del arranque de esta segunda temporada. Nos quedaba la duda de si Piper le haría caso a Alex, pero cuando empieza el interrogatorio, ya podemos ver por dónde van los tiros:
Fiscal: Puede explicarme cómo acabó asociada con la red de narcotráfico de Kubra Balik.
Piper: Mi novia de entonces, Alex.
Fiscal: ¿Se refiere a Alex Vause? ¿Son ustedes todavía pareja?
Fiscal: No.
Fiscal: Pero en 2003, ¿cómo describiría su relación con ella?
Piper: Estábamos juntas.
Todo esto, claro, con el padre de Larry en la sala. Porque eso es lo que haces con tu suegro: le comunicas, muy dignamente, delante de jueces y abogados, que el amor de tu vida es una mujer con la que te dedicabas al narcotráfico mientras viajabas alrededor del mundo. Yo estoy pensando contárselo a mi suegra la semana que viene. ¡Se va a poner contentísima!
Pero Piper ha tomado su decisión… va a mentir porque Alex se lo ha pedido:
Fiscal: ¿Y fue la señorita Vause quien le presentó al señor Balik?
Piper: No lo recuerdo.
Fiscal: ¿Se lo presentó otra persona?
Piper: No lo recuerdo.
Fiscal: ¿Está diciendo que nunca conoció al señor Balik?
Piper: No, que yo recuerde.
Fiscal: Señorita Chapman, ¿está usted al tanto de las consecuencias de mentir bajo juramento?
Piper: Sí, lo estoy.
Fiscal: ¿Y sigue manteniendo sus respuestas?
Piper: Yo estaba ahí por Alex. Ella era a todo lo que prestaba atención. A quien prestaba atención. Todo lo demás es… parte del decorado. Siento no poder ayudarle.
El episodio se acaba casi aquí, con un reencuentro de Piper con su suegro, que le comunica, muy perceptivo él, que no está ciego como lo está su hijo y que no hace falta preguntarle por qué ha mentido en el juicio (amor es la respuesta, croquetillas). Y se acaba la cosa también con un festival (hoy la cosa va de festivales) para nuestros ojos en la que nos muestran, con un flashback, uno de los viajes de Piper y Alex en compañía de Kubra Balik, jacuzzi incluido:
Piper ya no era la niñita de su padre nunca más.
El episodio acaba, finalmente, con la respuesta de por qué Alex no va a estar tan presente en esta segunda temporada. De hecho, ni siquiera figura en los títulos de crédito. Y la respuesta siempre ha estado ahí: traición. Alex al final confesó y le hizo mentir a Piper. Creemos que ha quedado libre.