La semana pasada se estrenaba una de las grandes esperanzas de esta midseason, One big happy, la serie producida por Ellen que intenta dar una vuelta de rosca al modelo tradicional de familia. Todos los detalles que conocíamos del proyecto, desde la directora, Liz Feldman, hasta las actrices, pasando por el formato, una sitcom multicámara con público en directo, algo que no es muy frecuente en estos días, hacían presagiar que el producto final nos iba a gustar, o por lo menos nos iba a convencer. Lamentablemente el primer episodio, que comentamos en este artículo, nos borró la ilusión de un plumazo, y nos hizo pensar que quizá nos habíamos precipitado al alabarla.
Personajes planos, chistes malos, y un personaje lésbico que nos hacía levantar la ceja una vez tras otra, ese es el resumen del piloto de la serie. Pero, hey, si yo tardé años en enrollarme con mi amor de adolescencia, no iba a rendirme tan rápido con una serie. Y la verdad es que me alegro de haberlo hecho: el segundo episodio mejora sustancialmente la serie. En él, con la excusa de limpiar un armario, conocemos algo más del pasado de Lizzy, más concretamente sobre su relación anterior. Claro que hay chistes de armarios, claro que hay chistes de lesbianas que se mudan en la segunda cita, pero son chistes que nos resultan cercanos, que nos hacen gracia, y no chuscas referencias a vaginas mientras una mujer desnuda se pasea por una cocina.
El guion del segundo episodio es más relajado, no tiene tanta prisa por complacer, y precisamente por eso, es más natural, y nos da la oportunidad de conocer mejor a los personajes. Lizzy es una exagerada y una histriónica, sí, pero es nuestra exagerada. Luke es algo más que el guaperas sin fondo, y Prudence, oh, Prudence, creo que terminaremos todas enamoradas de ti y de tu acento raruno. ¿Segunda oportunidad a One big happy? Yo digo que si. No será la serie de nuestras vidas, pero nos reiremos, y mucho, con ella. De todos modos, habrá que darse prisa: sus audiencias han bajado un 25% esta semana, y aunque aún es pronto para hablar de renovación o cancelación, más vale que gane audiencia en directo. Eso si no se la cargan antes las One million moms, la asociación de madres cristianas enfadadas de los Estados Unidos, que ya han condenado a la serie por lo de siempre, por intentar destruir el modelo tradicional de familia. Cuanto tiempo libre…