Todos los días Evelyn y Cynthia repiten la misma rutina: Evelyn lava a mano la ropa interior de Cynthia, pero siempre, siempre lo hace mal. Y, como no puede ser de otra manera, Cynthia tiene que castigarla. Debe hacerlo. Es la única manera de que Evelyn pueda sentir algo: El dolor y la humillación. Pero lo que en un principio debía unirlas, la intimidad, se desvela como la grieta más profunda de su relación, y lo que terminará por condenarlas.
The Duke of Burgundy es un film inglés del que os trajimos hace un tiempo la noticia de su estreno en España, y al que finalmente hemos podido echar un ojo. No os vamos a mentir: La película es difícil de ver, y no porque combine de manera poco diestra la entomología con el sadomasoquismo, sino porque lo repetitivo de las situaciones termina por hacerte perder el interés. Entiendo que es un recurso del director para que veas cómo la relación de las dos se va deteriorando poco a poco, pero a base de insistir pierde fuerza. Chiara D’Anna está correcta en su papel de Evelyn, la sumisa, pero es Sidse Babett Knudsen, Cynthia, quien hace una muy buena interpretación en su viaje hacia la soledad acompañada.
¿Por qué digo soledad acompañada? Porque las dos viven juntas. Las dos trabajan en lo mismo, estudiando polillas y mariposas. Las dos comparten cama. Pero mientras que para Evelyn todo funciona mientras sus fantasías son más y más duras, Cynthia se encuentra sola. Sola físicamente cuando Evelyn está atada en el cajón de madera, y sola emocionalmente cuando no puede abrir su corazón para decirle que la quiere.
El film se desarrolla en una época indeterminada entre la década de 1920 y nuestros días, haciendo de ella una historia atemporal, la historia de muchas personas que, intentando complacer a su pareja, creyendo que así sus relaciones funcionarán, caen en la más profunda espiral de infelicidad y, lo peor de todo, soledad.