Ya hemos visto Carol y…
Más. Más. Más, por favor. MÁS. QUEREMOS MÁS.
Nos ha fascinado. Cautivado. Embelesado. Hechizado. Encantado. Vamos, que nos ha gustado un montón. Y un montón de esos bien grandes, además. Carol es la película que las croquetas estábamos esperando y la que nos merecíamos desde hacía eones. Los chicos tienen su Brokeback Mountain y nosotras por fin tenemos nuestra Carol.
Y nadie podía haberlo hecho mejor que Todd Haynes. Trece años después de su Lejos del cielo vuelve de nuevo a tratar la homosexualidad en los 50 y vuelve de nuevo a hacer magia potagia.
Haynes supo cómo leer Carol y cómo captar su esencia. Sabe que es una historia sobre mujeres. Mujeres que se enamoran entre sí. Mujeres fuertes y frágiles a la vez. Mujeres que son el centro de una historia donde todo lo demás debe de permanecer al fondo, en un segundo plano, porque es importante, pero no tanto como ellas.
Si en el libro conocemos a Carol únicamente a través de los ojos de Therese como una figura idealizada, distante, un poco fría, incluso, aquí conocemos a las dos desde un punto de vista imparcial. Se encuentran en un mismo plano donde cada una tiene su propio espacio para mostrarse tal y como es. Cate Blanchett y Rooney Mara, como Carol y Therese, quitan el hipo. Cate nos tiene muy mal acostumbradas a estar apoteósica en cualquier cosa que haga casi sin despeinarse, pero es que aquí la pantalla se le hace hasta pequeña. Hace de una Carol magnética, que te deja ensimismada y sin poder apartar la vista, mientras que, Rooney Mara hace de una perfecta Therese, inocente, apocada, tímida y escondida bajo una cámara de fotos que, injustamente, queda un poco relegada porque es que CATE ESTÁ INMENSA. MADRE DEL AMOR HERMOSO.
La película es una MARAVILLA, así, en mayúsculas, en fondo y forma. Para babear y llenar varias palanganas. Tiene elegancia, clase y derrocha estilazo en cada uno de sus fotogramas con unos planos milimétricamente cuidados que son para enmarcar y colgar por toda la casa. Cada uno lleno de pausas, gestos y pequeños detalles tan sumamente importantes como los diálogos para una trama que avanza sin prisa pero sin pausa.
No le hagáis ni caso a los miembros de la Academia y a sus nominaciones a los Óscars porque esta es una de las mejores películas del año y todo lo demás son tonterías.