Ya hemos repasado el sinuoso proceso de selección para que las actrices y los actores consigan una nominación académica en los Premios Óscar. Ahora cambiemos de tercio. Centrémonos en la categoría de las categorías, en esa estatuilla ansiada por todo equipo cinematográfico, en la que se premia el trabajo de cientos de profesionales materializado en un producto final con un formato de 35 o 70 milímetros. En otras palabras, hablemos de la categoría por excelencia: la de mejor película.
Seguiremos dando por buenos los datos sobre la Academia que mantienen Los Angeles Times: la institución que otorga los Óscar está compuesta, según este diario, por 6.261 miembros en activo con derecho a votar en los Premios más importantes del mundo del cine. Esos integrantes se dividen por gremios profesionales dentro de la industria cinematográfica y son los encargados de votar en sus respectivas especialidades, pero todos ellos votan en la categoría de mejor película. Las cartas están echadas: 6.261 personas tienen en su poder nominar cada año a un total de entre cinco y diez películas. Regla que, por otra parte, ha cambiado en varias ocasiones: durante décadas solo se elegían cinco cintas para esta categoría, en 2009 la Academia subió el número a diez y, finalmente en 2011, se retractó y estipuló en sus estatutos la horquilla actual, porque elegir una decena había llevado a que se seleccionasen películas sin posibilidad real de ganar el Óscar, y el objetivo parecía únicamente darle más vidilla y misterio a la gala.
Recapitulando: los miembros de la Academia eligen cada año entre cinco y diez cintas para competir en la categoría de mejor película. Dato muy relevante para nuestras croquetas mentes, porque en esta 88 edición de los Premios Óscar han sido elegidos ocho largometrajes a concurso. Y entre ellos no está Carol. Pero Carol podría haber estado, porque el máximo son diez. Los académicos tenían que elegir hasta diez películas nominadas de entre 305 que habían conseguido pasar a la preselección en esta edición de 2016. Y me voy a repetir, pero de 305 películas eligieron ocho entre las que no está Carol, pero podría haber estado. ¿Por qué no está la cinta de Todd Haynes entre las presumiblemente ocho mejores de 2015?
Vamos a dejar de lado las críticas a los miembros de la Academia y nos vamos a centrar en las reglas de los Premios Óscar. Los 6.261 integrantes votan a las cinco mejores películas, por orden de preferencia, según su criterio personal. ¿Habéis votado todas? Vale. Pues el proceso es el siguiente: las películas que reciben el mayor número de votos en el recuento son nominadas directamente. Pero ningún largometraje que reciba menos del 5% del total de votos podrá estar nominado en la categoría de mejor película. Hasta ahí la norma es fácil y sencilla, pero si hacemos una regla de tres, la no nominación de Carol es aún más decepcionante: la historia que protagonizan Cate Blanchett y Rooney Mara no recibió ni si quiera los votos de 313 académicos para poder ser nominada.
Este matiz para el proceso de votación, que se incluyó en el cambio de reglas de 2011, fue muy criticado en su momento. Los profesionales del mundo del cine argumentaron que las películas independientes (y aquellas que se estrenan ya entrando el ciclo de premios), se verían perjudicadas por la regla del 5% de votos, según The New York Times. Este periódico también apunta que ese porcentaje de papeletas tiene que ser de los votos en primer puesto –es decir, como las votaciones son por orden de preferencia, las películas que no aparecen en la primera posición del 5% de los votantes– , pero no hemos podido encontrar esa regla en los estatutos de la Academia. Sea como fuere, no solo las películas indies parecen perjudicadas por esta norma: Carol, que pisó muy fuerte en Cannes y parecía la gran revelación de 2015, también se ha topado con el no del 95% de los académicos. . Y así, amigas croquetas, es cómo los miembros de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas eligen si una película compite en los Premios Óscar.