«Unos dicen que lo más bello sobre la oscura tierra son las tropas de jinetes. Otros, que la infantería, y algunos que un tropel de barcos. Pero yo digo que es lo que uno ama», escribía Safo mucho antes de que Callie y Arizona se declararan amor eterno en Anatomía de Grey, Nomanita rompiese barreras en Sense 8 o Silvia y Pepa conquistaran al público en Los hombres de Paco. La poetisa griega expresó por primera vez el amor entre mujeres de una forma admirada por muchos -Platón llegó a llamarla «la décima musa», un detalle que la situa en un estatus de admiración impepinable- y criticada por otros, puesto que muchas sociedades posteriores han considerado -y consideran- el amor entre mujeres un sin sentido.
Safo nació en Lesbos, un isla griega cuyo mar baña las orillas donde creció la autora de numerosos poemas, de los cuales nos han llegado tan solo 650 versos. Debido al abuso que se hizo de su origen, de forma evidentemente despectiva, hoy día llamamos lesbiana a una mujer homosexual. Imaginaos a lectores de siglos posteriores, invadidos ya por religiones que rezaban «los hombres tienen autoridad sobre las mujeres» o «si un varón se acuesta con otro varón ambos han cometido una abominación», hablando de Safo entre cervezas. «Tsé, ¿has leído a la lesbiana esa?», «¡Libertad sexual le daba yo», «¡Seguro que se acostaba con todas!». Pues eso es lo que pensaban -y piensan- muchos.
La academia que fundó en Lesbos, «Casa de las servidoras de las Musas», ayudó a muchísimas mujeres a aprender arte, música, danza y literatura. Nuestra autora cantó el amor hacia sus alumnas sin tapujos, sobre todo a Atthi, protagonista de muchos de sus poemas más dolorosos:
De veras, quisiera morirme.
Al despedirse de mí llorando,
me musitó las siguientes palabras:
«Amada Safo, negra suerte la mía.
De verdad que me da mucha
pena tener que dejarte.» Y yo le respondí:
«Vete tranquila. Procura no olvidarte de mí,
porque bien sabes que yo siempre estaré a tu lado.»
Pese a todas las leyendas que giran a su alrededor (que si historias con sus alumnas, que si se casó, que si era un demonio según los escritores de la Edad Media, que si su familia era ricachona hasta más no poder) lo que sabemos seguro es que Safo se enamoró con una intensidad que plasmó en sus poemas, los cuales, ya inmortales, plasmaron la pasión entre mujeres por vez primera.
Ahora que conocemos el origen de la palabra lesbiana, ¡que se nos llene la boca!