A las mujeres que nos gustan solamente otras mujeres, se nos llama lesbianas en honor a Lesbos, la isla griega donde hace mucho, mucho tiempo vivió Safo, una poetisa que dedicó versos de amor a otras féminas. Pero en España es muy, muy frecuente que se nos denomine también bolleras. ¿Y por qué esta denominación? ¿Por qué a las lesbianas se nos llama ‘bolleras’?
Hemos rebuscado en nuestros libros de lengua y etimología, que alguno tenemos, y hemos dado con dos explicaciones. La primera tiene que ver con un término relacionado también con Grecia y Roma, y que sería una evolución de ‘boyera’, es decir, las que tiran de los bueyes (bueyera –>boyera). ¿Y dónde? En orgías.
Las “orgías” femeninas eran unos ritos sagrados que culminaban los Misterios tras la siembra, banquetes en honor de las grandes diosas lunares (Demeter, Ceres o Cibeles según corresponda a cada cultura). En estos banquetes sólo participaban mujeres, y todas estaban presididas por una sacerdotisa u Orgiasta.
En estas fiestas se cometían toda clase de “excesos”, tales como el uso de bebidas embriagadoras y se sabe de la presencia de falos llevados por unas sacerdotisas llamadas “fallóforas”. Estas mismas sacerdotisas, para asegurar la fertilidad del sembrado, eran las encargadas de tirar de los carros de bueyes, y de ahí que se les llamase boyeras, término que con el tiempo ha degenerado en “bolleras”.
La segunda explicación tiene que ver con otra de las maneras de llamar a las mujeres lesbianas: tortilleras. Según la Academia mexicana de la lengua, algunas fuentes señalan que tortillera pudo haber surgido a partir de una asociación metafórica entre la forma en que se elaboran las tortillas de masa hechas con las manos y el acto sexual entre mujeres, y este vocablo, al llegar a América Latina, se habría convertido en bollera, y también en otros como Arepera (la que hace las arepas) en Colombia) y Cachapera (la que hace las cachapas) en Venezuela.
No se sabe con rotundidad ni total certeza cual de las dos explicaciones es la correcta, ya que son términos que se han documentado en diferentes contextos y de los que las fuentes no son fiables, pero el caso es que en nuestro días es más que frecuente encontrarse con mujeres lesbianas (y bisexuales también, pero eso es otra historia para otro artículo) que se denominan a sí mismas bolleras.