—Explica eso.
—No sabría nombrar los colores que veo en mi mente, ya te lo he dicho. Algunos son muy evidentes, como por ejemplo mi nombre, que es de un verde claro… como las cartulinas del cole. Pero otros no, son colores que no tienen nombre. Cuando conocía a alguien nuevo mi mente le daba uno aleatorio en función de las sensaciones que me despertase, de la sonoridad, o de la forma de las letras que lo componían. Así que además de los recuerdos, me quedo con el color que me dejaron.
Durante una conversación que dura toda la noche, Vega le muestra a Alma que los colores esconden algo más que la impresión causada por la luz y que el sentido de la vida depende de los ojos que la miren. Cada amante que Vega ha tenido le ha dejado algo dentro, y en esa conversación irá desgranando, una por una y para alegría de su cita, las historias que le han llevado hasta hoy.
No engaño a nadie si digo que me gusta mucho cómo escribe Thais. Lo ha mostrado en los últimos años en su columna en esta misma web, y por supuesto en su anterior novela, Fugace Piacere. Matices es completamente diferente a su anterior incursión en la literatura, pero mantiene, como no podría ser de otra manera, el estilo tan distintivo que tiene la autora, basado en la sencillez y en su habilidad para que a la lectora se le enciendan los colores y necesites más. Mucho más.
Me ha resultado muy curiosa la base del relato, que va más allá del chica conoce chica. Es verdad que dos mujeres se conocen y se intentan gustar, como en tantas otras obras. Pero la originalidad de Matices reside en cómo lo relaciona con los colores, con la sinestesia, con el significado alegórico y casi tangible de cada una de las mujeres que pasaron por la vida de la protagonista, y que además han pasado de diferentes formas.
Les editorial ha tenido muchísima suerte con este fichaje. Por mi parte, espero que Thais publique muchas, muchas cosas más, porque es de lo mejorcito que tenemos. Felicidades, amiga.