Que la nostalgia es un arma ya lo sabíamos. Lo que no nos esperábamos es que fuera a ser taaaan rentable como para que un porcentaje tan alto de las ficciones que vemos en cine y televisión fueran a ser reboots y revivals y, bueno, refritos. Una de las series a las que Netflix dio luz verde hace algunas temporadas es Madres forzosas, secuela de, efectivamente, Padres forzosos, la serie que Canal + nos ponía a la hora de comer.
Esta nueva serie está protagonizada por D.J. Tanner-Fuller (Candace Cameron Bure), a la que ya vimos en la original, que en la actualidad es veterinaria y vive en casa de su padre junto a sus tres hijos. Su marido ha fallecido, y ella intenta recuperar el ritmo de su vida con la ayuda de de su hermana pequeña Stephanie (Jodie Sweetin), y su antigua vecina Kimmy Gibbler (Andrea Barber) que vive con su hija adolescente, Ramona (Soni Nicole Bringas).
La cuarta temporada se acaba de lanzar en Netflix, y uno de los momentos más notables de la temporada ha resultado ser la salida del armario de una de sus protagonistas. Stephanie Tanner cuenta en el octavo episodio que tenía una novia, de una manera orgánica y natural: Stephanie asiste a una ceremonia de entrega de premios al mejor veterinario, y al descubrir que el ganador es el ex novio de su hermana, ella comenta: “¡Su clínica solo estuvo abierta durante tres semanas! ¡Tuve una novia que me duró más que eso!”
La actriz que la interpreta, Jodie Sweetin, es una firme aliada de los derechos LGBT. En 2011, en unas declaraciones a The advocate, el que fuera su marido Morty Coyle contaba que no se casarían hasta que no existiera la posibilidad del matrimonio para todas las parejas en Estados Unidos. Candace Cameron, protagonista de la serie, es también conocida por, bueno, ser bastante homófoba, pero es lo que tiene tener que comer a diario, que para bien o para mal a veces tienes que tragarte tus ideas.
Vía: Inquisitor