Hablamos de la quinta y última temporada de ‘She-Ra y las princesas del poder’ [ojo, ¡con spoilers!]
*Nota: mi visionado de la serie es en inglés así que para evitar confundirme y por el bien de mi cerebro usaré los nombres de personaje de la versión original. Dejo al final del artículo una pequeña guía con los equivalentes en castellano.
She-Ra y las princesas del poder siempre ha girado alrededor del amor en todas sus formas: la amistad, el cariño, el amor romántico, el platónico, el amor a uno mismo y lo que sucede cuando la persona que te cría te priva de él. Pero si una relación ha sido el centro y motor principal de la historia, esa ha sido la de Catra y Adora.
A lo largo de los 52 episodios de la serie hemos asistido a su amistad, a su tensión romántica y hemos sufrido viendo cómo se distanciaban y se convertían en enemigas en la guerra entre la Horda y la Rebelión… Así hasta llegar al tremendo, e inesperado, festival que es esta quinta temporada de She-Ra. En ella las dos jóvenes se reconcilian y confirman lo que se veía venir desde la primera temporada: porque si Catra y Adora tenían algún tipo de destino que cumplir, era crecer por separado como personas para, al final, regresar la una a la otra. Vale, sí, y salvar la galaxia y esas cosas.
Pero antes de meternos en faena con la temporada, creo que hay un par de temas que tocar y que arrojan luz sobre la importancia que tiene este final para los dibujos animados del futuro.
Usar los precedentes para crear un nuevo referente
Este apartado contiene spoilers de otras series de animación como Utena, La leyenda de Korra, Hora de Aventuras o Steven Universe, si quieres evitarlos pasa al siguiente epígrafe.
Stevenson y parte del equipo de animación creció en el boom de la animación japonesa, y tanto Sailor Moon como Utena son dos influencias que se dejan ver claramente en She-Ra y las princesas del poder. Desde luego en la estética y en la elección de la paleta de color, pero especialmente en otro de los rasgos característicos en el género de las Magical Girls… el contenido intencionalmente (o no, según el caso) queer.
Sailor Moon tenía una pareja lésbica canónica, Sailor Urano y Sailor Neptuno. Utena un personaje, Juri, (lo sé, realmente sutil). Y ambas contaban con una cantidad de contenido lésbico subtextual, más textual en la película de Utena, entre protagonistas y otros personajes con el que podríamos llenar varios camiones cisterna. Sin embargo, la animación japonesa suele insuflar cierta ambigüedad en sus obras para todos los públicos, usando a los personajes semiabiertamente LGBTQ+ sobre todo como recurso dramático para la historia más que para representación.
En la época de Sailor Moon la animación occidental iba con un retraso aún mayor y no ha sido hasta bien entrados los dos miles cuando hemos podido empezar a disfrutar de auténtica representación LGBTQ+ en pantalla (porque Jem y los Hologramas tampoco vale). Tendría que llegar La leyenda de Korra para conseguir un final de serie (¡en 2014!) con una pareja sáfica y además protagonista. Final tan rebajado en cuanto al contenido (muchas gracias, Nickelodeon) que los creadores tuvieron que escribir un manifiesto para confirmar que sí, que el Korrasami era canónico. De un modo u otro la veda se había abierto, y pronto pudimos disfrutar de mejor representación gracias a Steven Universe, con múltiples personajes queer, y de confirmaciones largamente esperadas como el Marceline/Princesa Chicle de Hora de Aventuras.
Sin quitar ni un ápice de mérito a Noelle Stevenson y su equipo, el final que la creadora, su equipo y muchas fans deseaban para She-Ra no sería una realidad sin estos precedentes.
Noelle y las princesas del poder
La primera She-Ra (años ochenta) contaba con un diseño de personajes estándar y, aunque de manera superficial era bastante gay, también era, a efectos prácticos, completamente heteronormativa. (Y su doblaje da ganas de reventarte los tímpanos, pero dejémoslo correr.) En la She-Ra de Noelle Stevenson quedó claro desde el diseño de personajes, que presentaba gran diversidad corporal y racial, que el relanzamiento iba a tener muy poco que ver con la antigua princesa del poder.
Siendo Stevenson lesbiana y con obras en su historial como Nimona o Leñadoras, la diversidad en cuanto a identidad de género y orientación sexual era algo que tenía que llegar de un modo u otro a She-Ra. Lo hizo pronto con personajes como Netossa y Spinerella o George y Lance, los padres de Bow. Algo más tarde llegaría Double Trouble, un personaje no binario. Pero de nuevo, estábamos ante secundarios. No es una queja, no se trata en absoluto de una representación mala o vacía -cada personaje de She-Ra tiene su propia agenda y una personalidad rica-; pero sí de una con la que parece que hemos aprendido a conformarnos. Sólo hay que ver la emoción con la que en esta misma página sacamos noticias ante el mínimo atisbo de tener un personaje LGBTQ+ principal en alguna de las franquicias de Disney.
Así que todo bien, estupendo de hecho. Nuestra princesa estaba rodeada de arcoíris metafóricos y literales, pero había una relación con la que nos estábamos comiendo las uñas. La de Catra y Adora. ¿Era romance? Tenía toda la pinta de que Noelle nos gritaba que sí entre las líneas de la amargura de Catra y las largas, tristes miradas de Adora. Y, sin ni siquiera meternos en el tema del baile de princesas o las frases con doble interpretación, cada episodio clave para las dos protagonistas parecía hablar de algo más profundo que la pérdida de una amistad…
Ahora ya no tenemos ninguna duda. El Catradora es canon con mayúsculas. Pero conseguirlo no fue tan sencillo como decir, ¡Ey, mi She-Ra va a ser lesbiana! y que el Señor Dreamworks contestara, “Nos parece estupendo, Noelle, ¿quieres un té?”. Esta semana he consumido un buen puñado de entrevistas a Stevenson y me quito el sombrero ante su manejo de la historia para conseguir lo que quería. Extraigo una cita de una de mis favoritas:
“Mi mayor miedo era mostrar mis cartas demasiado pronto y que me dijeran rotundamente que no podía hacer algo así. tenía esta especie de plan: si consigo llevarlas a este punto en el que su relación y su romance son esenciales para el argumento y no es posible quitarlos, no es posible descartarlos o cortarlos más tarde, entonces tendrán que dejarme hacerlo*.”
Ya sabemos lo que pasó con La Leyenda de Korra, un caso en el que el Korrasami ni siquiera estaba en la mente de los creadores desde el inicio. Por eso creo que es importante poner en perspectiva la dificultad de incluir personajes queer en los proyectos de grandes estudios. El cómo los creadores se ven aún en la necesidad de esconder y seguir usando el subtexto para poder llegar al texto si la cosa sale bien. No es casual que el romance más explícito entre Catra y Adora (e incluso entre Spinnerella y Netossa) haya tenido que condensarse en la última temporada de la serie. She-Ra es un paso de gigante pero queda mucho por conquistar.
La quinta temporada
Voy a quitarme lo único malo al principio: esta temporada tenía que haber sido más larga. Ya está, ya lo he dicho. Necesitaba más tiempo para asimilar la redención de Catra y el arco final de Adora. Para saborear su maravillosa integración en el “best friends squad” con un toque al Zuko del grupo del Avatar pero en el espacio. Para disfrutar con Entrapta, Glimmer y Bow. Para sufrir con el control mental de Horde Prime sobre los miembros de la rebelión. Para reírme aún más con Wrong Hordak. Para mirar a Scorpia y decir “oooooh”. Para ver un poco más a las otras princesas y a Lonnie, Rogelio, Kyle y Double Trouble. Y por supuesto, para pasarlo mal con el drama y odiar con gusto a Shadow Weaver. En definitiva, para alagar la despedida de todos mis amigos de dibujos animados.
¿Lo demás? Una montaña rusa de emociones a la que ha sido una gozada subirse.
La redención de Catra
No me estoy inventando nada si digo que Catra es uno de los personajes favoritos de gran parte del público. Podría ser por el pelazo y el sarcasmo pero, lo que hace que Catra resuene dentro del espectador es que sentimos su lucha interna como algo real. El reverso “tenebroso” de Adora, marcado por el peor lado del abuso de Shadow Weaver, la rabia y los sentimientos negativos es tan protagonista como She-Ra. Y como casi todos hemos sido Catra en algún momento de la vida, hemos esperado pacientemente durante cinco temporadas a que tuviera el valor para salir de su camino a la autodestrucción.
Después de haber tocado fondo -esta vez de verdad- al final de la temporada anterior, Catra se reconcilia lentamente con sus emociones. En gran parte gracias a Glimmer y en otra a las circunstancias: una secta llena de clones no incita a querer subir de rango en una escalada a la villanía suprema que ya no te crees ni tú. Esta reconciliación gradual la lleva primero a salvar a Glimmer, su “única buena acción” algo que aunque queda muy bien, no es suficiente para una redención.
Por eso, a partir de Save the Cat, Catra empieza un camino real para redimirse que pasa por dejarse ayudar, echar una mano a los demás y hacer un trabajo activo por mejorar como persona, como cuando comenta que está trabajando en sus problemas de ira. Es un camino que el personaje recorre relativamente rápido, pero el bagaje previo y la cantidad de tortas que recibe por parte de las princesas ayudan a que sea creíble y sintamos que se la está ganando.
El otro elemento que ayuda en su redención es Melog, un gato empático que refleja sus emociones reales. Melog ofrece un apoyo leal y físico como sólo las mascotas pueden hacerlo y obliga a Catra a afrontar y repensar sus decisiones en una situación de la que normalmente huiría. Después de eso, salvar Etheria es pan comido.
El viaje de Adora
El camino de Adora a lo largo de She-Ra nace de una interpretación incorrecta, de la idea de seguir un destino. Tanto en la Horda como en la Rebelión, Adora se ve como una líder que debe dar ejemplo y eventualmente, sacrificarse si es necesario por un bien mayor. Alguien que no puede permitirse ser egoísta porque le haría dudar de su misión.
De las cuatro figuras maternas/maestras de Adora, dos refuerzan este complejo de héroe: Shadow Weaver y Light Hope con su discurso sobre el destino y la necesidad de abandonar las emociones. Mientras que las otras dos, Angella y Mara, recuerdan a Adora la importancia de los sentimientos y de cuidarse a sí misma para poder cuidar de los demás.
Es refrescante que se le plantee a la heroína no lo que puede ofrecer, sino lo que de verdad quiere. Que el desenlace de su arco de personaje no sea “he muerto salvando el mundo” o “he salvado el mundo pero ya no hay lugar en él para mí” sino “yo también importo y quiero tener un futuro más allá de todo esto”.
Spinnerella y Netossa
En las temporadas anteriores eché en falta más presencia en pantalla para el fantabuloso matrimonio formado por Spinnerella y Netossa. En esta temporada lo han arreglado requetebién y de hecho, su trama es una de las importantes y se extiende varios episodios. Spinnerela es “chipeada” por el ejército de Horde Prime y Netossa convierte el recuperar a su esposa en su mayor prioridad.
Además de dar lugar a varias luchas muy chulas, es una narrativa que reitera el tema central de esta temporada sobre abrir el corazón y dejar salir las emociones. Lo que amas puede percibirse como una debilidad pero también te da más fortaleza. Lo que nos lleva a…
El final
Los arcos de Catra y Adora deben cruzarse una vez más (y vaya si se cruzan) para cerrarse. Catra está aprendiendo a abrirse a los demás y a aceptarse. Adora debe aprender a permitirse tener deseos y ver más allá del “destino” y también necesita un empujón de las circunstancias. El empujón llega en forma de una Catra dispuesta a estar con ella hasta el final y a declarar, por fin, que está enamorada de Adora desde siempre.
Mil fangirls lloran y gritan histéricas en este momento, pero lo mejor está por llegar cuando Adora vuelve en sí para corresponder el sentimiento. Entre el beso lésbico que canoniza el Catradora y salva el universo con el poder del lesb… del amor. Un beso que si me preguntas a mí, hace historia en la tele.
Cerrando el círculo
She-Ra y las princesas del poder marca un nuevo estándar para la representación en animación gracias a sus múltiples personajes del espectro LGBTQ+, su diversidad racial, corporal y el abordar la neurodiversidad y las enfermedades mentales a través de los personajes de Entrapta y Catra respectivamente. Pero lo que la convierte en el nuevo patrón oro ha sido usar una relación romántica lésbica como corazón de una serie de magia y aventuras, y conseguir un final feliz explícito consecuente con sus personajes. Muchas gracias por abrir aún más el camino, Noelle.
For the honor of Grayskull!
Pequeña guía para quien vea la serie doblada:
Bow = Arco; Catra = Gatia; Double Trouble = Dupla; Entrapta = Tecnia; Glimmer = Destello; Light Hope = Rayo de Esperanza; Netossa = Reda; Shadow Weaver = Tejesombras; Spinnerella = Girela; Wrong Hordak = Hordak falso.
Entrevistas chachis a Noelle Stevenson:
She-Ra’s Noelle Stevenson Tells Us How Difficult It Was to Bring Adora and Catra Home*;
She-Ra‘s Noelle Stevenson on the Final Act: Adora’s Struggles, Catra’s Heart, and Shadow Weaver.