En el momento de la redacción del texto (2018), la autora se identificaba como bisexual. Muy recientemente, ha comenzado a identificarse con la etiqueta de lesbiana.
Me gustan las chicas. ¡Me gustan un montón! Lo llevo sabiendo desde los 14 años y, de alguna manera, siempre lo supe. Descubrirlo fue un poco traumático y, por supuesto, no todo el mundo se lo tomó bien, pero poco a poco fui configurando mi vida contando también con ese aspecto. En algún sentido, alrededor de ese aspecto.
Me gustan los chicos. No diría que me gustan un montón con exclamaciones, pero hay algunos que están bastante bien. Sé que hay personas a las que les ocurre lo contrario que a mí, o que lo cuantifican de otro modo, o que no lo cuantifican en absoluto. Todo eso está bien. También hay personas a las que no les gustan NADA los chicos, y nada las chicas. Y todo bien, repito.
Conforme fui conciliando esto y sintiéndome cómoda dentro de la etiqueta de “bisexual”, poco a poco fui necesitando términos para referirme a mí misma de manera cotidiana. Términos que no hirieran. O que antes hirieran, pero que, ahora que los decía yo, pudieran no herir. Si lo digo yo primero, tú no me puedes hacer daño. Si yo digo que soy bollera, tú no me puedes insultar llamándome bollera. Esas cosas. Empecé a usar el humor como mecanismo de defensa y, en el proceso, “me apropié” de términos que inicialmente no iban dirigidos a mí, aunque se me aplicaran socialmente. Porque no tenía ninguno dirigido específicamente a mí y a las personas como yo.
Porque, al menos hasta hace algún tiempo, o para algunas personas, ser bollera era o es totalmente equivalente a ser lesbiana. Y yo no soy lesbiana (aunque haya tenido dudas en algún momento o las pueda volver a tener; al menos ahora mismo creo que no soy lesbiana). Entonces, ¿qué hago yo diciendo que soy bollera? ¿Qué hago yo llamando a mis amigas bisexuales “bolleras” y siendo feliz dentro del sentimiento de pertenencia que hemos construido con insultos reapropiados?
Pues reapropiar una palabra que en principio no se aplicaba directamente a mí, pero que puede hacerlo. Porque, repito, lxs bisexuales no tenemos ninguna palabra coloquial directamente aplicada a nosotrxs, pero sí toda la opresión social de las personas homosexuales. Es un ejemplo muy manido, pero no me han medio insultado por la calle cuando iba de la mano con una chica, o no me han medio mirado mal mis familiares, o no he medio tenido miedo de decir que soy bisexual al entrar en un ambiente nuevo. Para mí, “bollera” ha ido desplazando su significado desde ‘lesbiana’ a ‘mujer que se siente atraída por mujeres’. Sé que no ha sido así para todo el mundo, y que igual a todo el mundo no le parece bien. Pero creo que las mujeres bisexuales y las lesbianas tenemos muchas más cosas en común que diferencias. Y veo importante que las bisexuales nos podamos integrar con naturalidad en esta clase de términos, si así lo queremos.
Ayer por la tarde vi a una chica lesbiana quejándose con furia de que las bisexuales nos llamásemos bolleras. Puedo entender la molestia si lo interpreta como que se les está invisibilizando, y no pretendo que este artículo se convierta en una competición para ver qué letra del colectivo está más invisibilizada (que siempre es la T, por cierto). Pero no es lo que pretendo cuando digo que yo soy bollera. Solo pretendo visibilizarme yo porque, hasta ahora, no ha habido ninguna palabra en español para decir coloquialmente que eres bi, y porque realmente creo que bisexuales y lesbianas compartimos una gran cantidad de vivencias. Porque realmente siento que soy bollera. Con esto no pretendo decirle a nadie cómo tiene que hablar, y puede que esté diciendo tonterías aquí, o que en algún momento cambie de opinión, y definitivamente no digo que todas las chicas bisexuales tengan que llamarse bolleras si prefieren no hacerlo. Pero lo que quiero es que no me digan con qué etiquetas me tengo (o no me tengo) que identificar yo. Que no me echen de espacios que creo míos, de la reapropiación de un insulto que también va dirigido a mí, y del que no existe equivalente dirigido únicamente a lxs bisexuales por la invisibilización que nunca hemos dejado de sufrir. No quiero que tú dejes de ser bollera, y no quiero que nadie implique que te puedan gustar los hombres, pero yo tampoco quiero dejar de ser bollera. Aunque me gusten los hombres.
Sara es doctoranda en sociolingüística. Puedes seguirla en su cuenta de twitter.