¿Qué es una intensa? ¿La intensa nace o se hace? ¿Es la intensa obligatoriamente fan de Malú? ¿Ser intensa desgrava más a Hacienda? Mamá, ¿seré yo una intensa? Todos estos interrogantes serán desgranados en mi columna de hoy. Así que, querida amiga, ponte cómoda, que te voy a echar la chapa porque he vengo de ver un documental de Jara y Sedal y me he venido arriba.
En nuestra incansable lucha por no ser etiquetadas comprobamos que, a día de hoy, las antiguas formas de demonización denominación de las lesbianas han ido relajándose, suavizándose, hasta quedar en adjetivos o sustantivos menos peyorativos, a mi gusto, que otros que todas conocemos y, desgraciadamente, se siguen usando a mala leche. Dejando claro desde el principio que no ofende el que quiere sino quien puede, y teniendo en cuenta que la lesbiana del siglo XXI está mucho más liberada y es más visible que la del pasado, me llama la atención el cambio que está teniendo la sociedad actual a la hora de hacer referencia a la invertida común (croquetis comunis), ya que los nuevos apelativos se basan en connotaciones más “costumbristas”, por decirlo de alguna manera, que sobre la orientación sexual o la pura estética.
Una de esas nuevas formas de llamar a la lesbiana por su nombre es a través de la palabra INTENSA. Desconozco quién fue el primero individuo o ser humano sobre dos patas que utilizó ese vocablo para englobar a un sector de la mujer homosexual pero… en serio, un aplauso.
Para ayudaros a captar mejor el concepto, paso a mostrar qué si significa el mencionado adjetivo según el diccionario de la R.A.E.:
intenso, sa.
(Del lat. intensus).
- adj. Que tiene intensidad.
- adj. Muy vehemente y vivo.
Es decir, Mari Carmen, que la lesbiana intensa experimenta la vida, el amor, las alegrías y los pesares a máxima potencia. La lesbiana intensa pone en Facebook, al día siguiente de darle el primer beso a su ligue, que está “en una relación”. Al tercer día ya tiene las maletas en casa de la nueva chati. Y su madre ya habrá decidido el color de las cortinas del piso de alquiler en el que se irá a vivir junto a su novia, a los quince días de dormir juntas. Eso es así. Y lo sabes.
Todavía no hay estudios que confirmen mi teoría (desde aquí animo a que alguien con carrera universitaria reglada lo lleve a cabo), pero está claro que la intensa es propensa al bollodrama, le encanta vivir en una fantasía romántica y desearía protagonizar una serie televisiva de lesbianas modernas del tipo “ tres C”: en barrio Chuli, con sueldo Chachi y rodeada de amigos Cuquis. Por lo general, suele tener una colección de música ideal para hacer una proposición de matrimonio en cualquier momento y circunstancia. Todo ello posible gracias a las canciones de Malú, Vanesa Martín, Rosana, Pablo Alborán y un largo etcétera de cantautores que escriben letras que animan a:
1.- La depresión post-ruptura, conservar el máximo despecho, rechazar la posibilidad de quedar como amigas civilizadas y dedicar tu vida a comprobar en las redes sociales lo feliz que es ella sin ti, la muy puta.
2.- A permanecer siendo amigas y conservar la calma, sabiendo que siempre la amarás, porque lo vuestro es imposible, aunque te encantaría hacerle un hijo pero es poco probable porque jamás le has tocado un pelo y la respetas pero te mueres lentamente por dentro cuando la ves porque te gusta ser una mártir.
Vamos, todo súper sano y equilibrado.
Para las que aún no hayáis reconocido a esta maravillosa raza tipología de lesbianas (¿En serio?, corre y pídele ayuda a tu novia, la intensa), paso a ilustraros la idea general con ejemplos visuales. La primera imagen que puedes encontrar en Google al escribir en el buscado “lesbiana intensa” es ésta:
Y la que a mí se me viene a la cabeza al pensar en una “intensa” es ésta:
Otros ejemplos que también pueden ser válidos:
NOTA IMPORTANTE:
Mi novia ni es lesbiana ni es intensa. Pero yo sí.