La actriz Portia de Rossi es una de las mujeres lesbianas más conocidas e influyentes del mundo, es un hecho innegable. Junto con su mujer, Ellen DeGeneres, constituyen el matrimonio que todas querríamos tener: Se adoran, están enamoradísimas hasta límites de arcoiris y unicornios, y juntas tienen un proyecto vital que al resto de croquetas del mundo nos hace suspirar y envidiarlas insanamente. Pero toda la fama y la influencia que tienen la usan también para proyectos tristemente necesarios, como el llamado It gets better, una iniciativa para dar esperanza a aquellas personas que sienten que su orientación sexual es un problema en su vida. Todo mejora. Aunque te veas en la noche más negra entre las noche, todo mejora.
Portia abre su corazón como nunca antes, y hace un recorrido por su vida contando episodios trascendentales. Ella nació y creció en un suburbio de Melbourne, y desde muy pequeña empezó en el mundo de la moda, donde el resto de chicas se metían con su aspecto físico. Ese fue el detonante para su desorden alimenticio, que sólo haría que agravarse hasta su etapa adulta. Cuenta también cómo, con diez u once años, dormía con su mejor amiga del campamento, y le cogía la mano, y eso le hacía sentir bien y segura, con mariposas en el estómago.
En la década de los ochenta en Melbourne no había ningún referente en el que mirarse. No conocía a ninguna lesbiana, a ningún gay más. Me sentía aislada y confusa, como si no encajara.
En referencia a su familia, narra que ser lesbiana era, literalmente, lo peor que se podía ser en su casa, la antitesis de lo que su madre quería para ella. A los 16 años su madre encontró bajo su cama un ejemplar del libro The joy of lesbian sex, y, bueno, así salió del armario. Su madre le dijo “Te quiero, te entiendo, sal con chicas si quieres. Pero no se lo digas a nadie”
Y Portia se mudó a Los Ángeles. Era 1994, y vivió muy de cerca la salida pública del armario de la que luego sería su esposa, Ellen DeGeneres.
Nos preguntábamos ¿qué va a pasar con Ellen? ¿Y con Anne Heche? La gente se olvida del ostracismo al que Ellen se vio sometida
Cuando entró a formar parte del elenco de Ally McBeal, su madre fue clara: Ten cuidado. No dejes que lo sepan. Así que ella se encerró en si misma y en su profesión, pensando que su carrera y su vida personal eran incompatibles, y que conocer a alguien podía esperar. Ahí se acrecentó su desorden alimenticio hasta alcanzar cotas preocupantes.
Pero, afortunadamente, la actriz fue capaz de vencer todos sus miedos, su homofobia interiorizada, las presiones a las que se veía sometida, y, como cuenta en el video, el día que supo que podía casarse con Ellen fue de los mejores de su vida. Dice que “Poder casarse legalmente es quitar las comillas cuando dices “tu mujer”. Es una gran diferencia”. Y termina el video con un mensaje de esperanza, recordándonos que, si, todo mejora. Palabra de Portia.