
En 2015 fue Catwoman la que salió del armario como bisexual. Meses después, fueron Harley Quinn y Poison Ivy. La última, y sobre quien mucho se había especulado sobre si sí o si no, ha sido Wonder Woman.
Hace un par de días así lo ha reconocido Greg Rucka en una entrevista con Comicosity. Greg Rucka y Nicola Scott han sido los encargados de Año uno, el Rebirth de Wonder Woman, un proyecto de más de diez años de gestación, que va en su segundo número y donde se hacen varias alusiones a las relaciones entre las amazonas que pueblan la el paraíso que es la Isla de Temiscira.
Cuando a Rucka le preguntan sobre ese tipo de relaciones, se muestra sorprendido, creyendo que había quedado bastante claro, precisamente en este segundo número, el carácter de las mismas. Para él, las relaciones que las mujeres de Temiscira mantienen entre ellas son obvias y no tendría sentido alguno decir lo contrario. Por lo tanto, Wonder Woman como habitante de la isla, sería partícipe de ellas.
¿Estamos diciendo que Diana ha estado enamorada y mantenido relaciones con otras mujeres? Tal y como lo vemos Nicola y yo, la respuesta es obviamente sí.

Reconoce a Temiscira como una sociedad queer, donde sólo hay una género y, por ende, donde no existe un heteropatriarcado. Tampoco las etiquetas, por innecesarias. En ningún diálogo nadie reconoce ser lesbiana, bisexual o queer. Rucka busca mostrar la vida de sus personajes, lo que hacen y cómo se comportan con la mayor naturalidad posible, entiende que son declaraciones que nada aportan a la historia que quiere contar y prescinde de ellas.








O, al menos, esto es lo que cree el aclamadísimo director francés Olivier Assayas. El realizador ha hecho estas declaraciones entusiastas en una entrevista para Screendaily, en donde se deshace en loas hacia la actriz.
¿La veremos detrás de la cámara en un futuro próximo? Stewart ha trabajado en varias ocasiones con el director galo, y una de ellas, Clouds of Sil Maria, le valió el premio César a mejor actriz, algo que una estadounidense no había ganado jamás. ¿Le pasará a Kristen como a las chicas Almodovar, que ganan la fama en su país de origen y el reconocimiento en Francia?

El resto de libros lo son o por divergencia de visiones religiosas (La Biblia, Habibi, Nasreen’s Secret School: A True Story from Afghanistan), por ser Cincuenta Sombras de grey (yo este lo hubiera prohibido, pero por malo), o por razones que escapan a mi conocimiento, como es el caso de El curioso incidente del perro a medianoche, que a mi me parece un tierno retrato de un adolescente con autismo. En todo caso, prohibir libros es algo que, aunque nos parezca anacrónico y caduco y cutre y un poco nazi, sigue ocurriendo. ¿Mi consejo? Que leáis todos los de la lista.
El alcalde de Londres, Sadiq Khan, también ha declarado con respecto a este asunto

