Puede que muchas me digáis que no es tan morena, pero lo es (para mí una castaña oscura, es morena, y punto. Y si es castaña clara, pues rubia. Tantas etiquetas me complican la vida y eso no me gusta) aunque la hayamos visto de rubia, y puede que otras digáis que no es tan guapa, pero sinceramente, a mí me da absolutamente igual porque no es que tenga un crush con esta mujer, es que la ADORO. Sí, en mayúsculas. La de suspiros que me arrancó mientras duró su personaje en Buffy no lo sabe nadie, bueno, quizás mi madre que me veía mirarla con los ojos brillantes por la emoción y cara de felicidad. Y lágrimas… Ay, madre. De eso también hubo un buen montón. Por eso, y porque ella lo vale y yo así lo quiero, este domingo tendremos a Amber Benson entre nosotras. Quizás ese nombre no os acabe de sonar, pero sé que todas las croquetas del mundo recuerdan bien a Tara.
¿Y cómo no íbamos a hacerlo si probablemente fueran la primera pareja lésbica que shippeaste en tu vida (incluso antes siquiera de saber lo que era shippear) y la que te hizo plantearte por primera vez si te gustaban las mujeres de la misma forma que a tus amigas, o un poco más como a Tara le gustaba Willow? Os juro que para mí fue todo un descubrimiento ver que dos mujeres podían estar juntas y no era algo pecaminoso… Que luego sí lo fue, y viva el pecado, pero cuando una es tierna e inocente las cosas no se ven de la misma forma y yo era de las que me escandalizaba por todo.
¿Qué tal va la baba? ¿Bien? Tranquilas, que tenéis más y no pasa nada si se os cae un poco, porque a mí se me cae, y no un poco precisamente… Treinta y siete añazos tiene ya esta pedazo de mujer con una curvas que me río yo de la chica de la leyenda urbana esa. Madre mía. ¿Sabe alguien dónde puedo encargar una como ella para mi disfrute individual e intransferible? Una que tenga esas te… ¡BOCA! ¡Esa boca! Que a veces se me va la olla y no sé lo que me digo, ni lo que os digo, ni nada de nada. Me quedo medio cucút haciendo estas entradas en el blog.
Y claro, luego hace cosas como estas, y ya me quedo tonta del todo.
Me presento voluntaria a ayudarla con esas cuerdas, el vibrador, el porno y los orgasmos… Y no me importa si al final parecemos monos. O monas, en nuestro caso.