Parece ayer cuando todavía veíamos el capítulo semanal de Buffy en la televisión o lo grabábamos en un VHS si nos pillaba fuera de casa, pero no. Ya han pasado veinte años. Veinte. Veinte desde que quisimos ser una “cazadora” como Buffy Summers de Sunnydale, del beso de Willow y Tara y del subtexto entre Buffy y Faith y el drama con Angel. Los años han pasado pero, tanto la serie como los actores, son como el buen vino y los años le han sentado fenomenal, no hay a ninguno que le pesen ni un poquito. Mirad el último número de Entertainment Weekly y comprobadlo vosotras mismas.
Es surrealista”, dice Joss Whedon, “es como una reunión de instituto pero mucho peor, porque siguen estando fantásticos. Esperaba que alguno se hubiese hinchado un poco, pero nada.
La secuela de una peli del mismo nombre, escrita y dirigida también por Joss Whedon a principios de los 90, ha sido una serie que marcó a toda una generación y que se atrevió a mezclar comedia, drama, horror y tramas telenovelescas con un ligero toque de serie B (incluso una pizca de musical en el maravilloso capítulo Once more, with feeling) y que ha servido de metáfora a la adolescencia. “Los horrores de la adolescencia manifestándose a través de monstruos reales. Es la etapa de la vida más dura”, dice Sarah Michelle Gellar y David Boreanaz añade “Buffy fue una manera de decirle a la audiencia que no estaban solos”.
Desde sus inicios la serie ha cosechado un considerable éxito, con una legión de fans que no ha dejado de ir en aumento con los años y que ha conseguido entrar donde sólo unas pocas lo han logrado, en la categoría de series de culto. “Lo más importante es que había gente que se acercaba y me decía que la serie le había hecho sentir diferente acerca de quien podían ser, acerca de como afrontar sus problemas, acerca de ser una líder”, dijo Whedon, “La gente cogiendo fuerza a partir de sus pequeños miedos… No hay mejor legado que ese”.